Actividades de SIPAZ (Noviembre 2000 – Enero 2001)
28/02/2001SUMARIO: Acciones recomendadas
31/08/2001ANALISIS: Chiapas, nuevo impulso para el Proceso de Paz
«Hoy la guerra está un poco más lejos y la paz con justicia y dignidad un poco más cerca. Hoy está más cerca el diálogo y más lejos el enfrentamiento»
(Subcomandante Marcos, al regresar a Chiapas después de la «Marcha por la Dignidad Indígena», 1° de abril de 2001)
En estas últimas semanas, después de varios años de estancamiento de las negociaciones, han sido muchos los pasos que se han dado hacia la posible reanudación del proceso de paz en Chiapas. El panorama se descongestionó por lo menos por unas semanas, aunque varias incógnitas siguen pesando sobre las posibilidades a más largo plazo. En abril varios brotes de violencia en Chiapas contribuyeron a enrarecer el ambiente politico, generando dudas sobre la solidez de los avances alrededor del diálogo.
Palabras y hechos de paz
A partir de diciembre pasado, el EZLN empezó a mover sus fichas con buen acierto político. Su iniciativa, al proponerse realizar una marcha a México DF con el propósito de convencer al Congreso de la Unión de que apruebe la iniciativa de ley de la COCOPA (ver artículo «Derechos y Cultura Indígenas: ¿Debate jurídico o pelea política?» en este mismo informe) fue un movimiento que logró un impacto positivo y que aumentó su capital político con vistas a la reanudación del diálogo.
Desde entonces, los temas del conflicto en Chiapas y de los derechos indígenas han recibido una cobertura sin precedentes en los medios de comunicación nacionales e internacionales. Una primera victoria para los zapatistas y los pueblos indígenas en su conjunto fue haber logrado captar, sensibilizar y mantener sus demandas en el centro de la atención nacional por varias semanas consecutivas.
Un factor que también contribuyó fue que el Presidente Vicente Fox, se refirió al tema de Chiapas en casi todos sus discursos, mientras empezaba a cumplir con las tres señales pedidas por los zapatistas.
La «Marcha por la Dignidad Indígena»
Unos días antes del inicio de la marcha, una polémica en torno de La participación frustrada de la Cruz Roja Internacional enrareció el ambiente. A la invitación del EZLN a acompañar la marcha para garantizar su seguridad, la Cruz Roja primero indicó su disponibilidad pero después negó aceptar, dejando sospechas en cuanto al papel del gobierno federal en esta decisión. El resultado fue un distanciamiento entre las posiciones de Fox y de la dirigencia zapatista. El tono de los discursos subió, haciendo temer por el desenlace de la marcha. Se sabía de antemano que en función de ello las partes iban a tener que escoger entre la vía de la negociación o la de la fuerza, entre el diálogo o la radicalización.
A pesar de la dureza de algunos discursos en el trayecto, el principal objetivo de la marcha zapatista era hablar con los legisladores, lo cual puede verse como un reconocimiento y una confianza mínima en la nueva realidad democrática posibilitada después de las elecciones de julio de 2000.
En el tercer Congreso Nacional Indígena (CNI) en Nurío, los representantes de 42 etnias asumieron como propias tanto la iniciativa de ley de la COCOPA como las tres condiciones planteadas por los zapatistas para reanudar el diálogo. Esta decisión rompe la posibilidad de seguir viendo al EZLN como un grupo aislado y al conflicto chiapaneco como un asunto local. El encuentro de Nurio significa además un crecimiento y madurez del CNI como actor relevante en el escenario nacional, por la representatividad alcanzada allí y la capacidad sin precedentes de articulación de diversos grupos indígenas.
A pesar de las voces en contra que la marcha también recibió (Partido de Acción Nacinal/PAN, sectores del Partido Revolucionario Institucional/PRI, algunos obispos católicos y grupos evangélicos, empresarios, ganaderos de Chiapas, etc.), la adhesión y el reconocimiento a la justicia de las demandas indígenas fue lo que prevaleció.
El EZLN en la tribuna del Congreso de la Unión
El apoyo que la marcha conquistó a través del país y su resonancia internacional jugaron un papel a la hora de definir el formato final del encuentro entre la delegación zapatista y los legisladores. La dificultad en el Congreso para definir dicho formato generó una creciente tensión tanto en el Legislativo mismo como en el Ejecutivo y en los representantes del ELZN. El anuncio de los zapatistas de que regresaban a Chiapas -antes de haber sido recibidos por el Congreso- fue otra hábil jugada que orilló a los otros actores a hacer un último esfuerzo para llegar a un acuerdo.
Finalmente, la presencia del EZLN en la Cámara de Diputados y sobre todo el tono de sus discursos definieron la apertura de una nueva etapa: los zapatistas afirmaron su opción por la vía política y dieron señal de ello al indicar que no avanzarían militarmente hacia las posiciones que desocupó el Ejército mexicano.
Los comandantes explicaron la notable ausencia del subcomandante Marcos, reconociéndole como responsable militar pero reafirmando que «ya no es la hora de las armas»; y, respondiendo indirectamente a una crítica muy común sobre el papel de Marcos en el EZLN, mostraron así que son ellos, los comandantes, los que mandan.
Los zapatistas reconocieron los esfuerzos de Fox y como hecho significativo, apenas unas horas después de la reunión en el Congreso, se dio un primer contacto directo entre Fernando Yañez, designado correo oficial de los zapatistas y el Comisionado para la Paz, Luis H. Alvarez, retomando así formalmente los contactos con el Ejecutivo.
El Congreso, actor clave en la reanudación del proceso de paz
El planteamiento zapatista hizo aparecer las nuevas correlaciones de fuerza dentro del Congreso. El Partido de la Revolución Democrática/PRD, Partido del Trabajo/PT y el Partido Verde Ecologista de México/PVEM respaldaron la propuesta de la COCOPA. Para el PRI, el debate reveló las contradicciones y divisiones existentes al interior del partido. El PAN endureció su discurso e incluso optó por no acudir al encuentro. La línea dura marcó el camino y se evidenciaron las diferencias entre Fox y su partido. Eso mostró que Fox diseñó su estrategia para Chiapas sin amarrar acuerdos firmes con su partido.
Lo acontecido sin embargo es esperanzador en cuanto a la democratización del poder en México. Se están equilibrando las fuerzas entre partidos así como la relación entre el poder Ejecutivo (sobre todo la figura presidencial) y el Legislativo. La libertad de expresión (ejemplificada al haber dejado hablar a la delegación zapatista y el CNI en la tribuna) es también otro avance democrático significativo, que no se hubiera podido imaginar un año atrás.
Los 100 días del gobierno de Fox
Cabe reconocer que muchos de los pasos dados no hubieran sido posibles sin una actitud conciliadora y tolerante de parte del Ejecutivo. Algunos (incluso de su propio partido) critican fuertemente a Fox por haber concedido demasiado al EZLN. Piensan que fue un error colocar el tema de Chiapas en los primeros lugares de la agenda nacional, cuando quedó claro en la campaña electoral de julio 2000, que no era parte de las prioridades de los mexicanos.
Dos hipótesis se han dado para explicar esta elección de parte del presidente Fox: según una, estaría actuando por convicción moral, y según otra, por cálculo político. Lo más probable es que se trate de una combinación de ambas. Su manejo del conflicto de Chiapas y su posible solución también podrían ser una forma de proyectar dentro y fuera de México la imagen de que efectivamente llegó el cambio al país, una imagen que le sirve para poder hacer avanzar su proyecto económico.
¿Qué sigue?
Lo más probable es que la estrategia zapatista se enfoque a partir de ahora en dos ejes: un primero que tendrá que ver con la reforma constitucional e institucional que derive de la aprobación de la ley. Esto implica un trabajo muy amplio que podrá generar más discusiones todavía.
El otro eje podría privilegiar la vía de la negociación alrededor de los temas pendientes. En efecto, el formato y la agenda establecidos en 1995 para el proceso de negociación dejan ver claramente que, a diferencia de lo que se manejó en los medios en un momento dado, la paz no está «a la vuelta de la esquina». Las etapas acordadas entre el EZLN y la administración anterior incluyen tres mesas de diálogo más: Democracia y Justicia, Desarrollo y Bienestar y Derechos de la Mujer.
Este proceso probablemente tardará mucho más. Querer hacerlo más corto podría tener un efecto contraproducente y minar la posibilidad de llegar a una paz duradera.
Mientras tanto, hay otra presión que hace urgente el avance del proceso de paz en Chiapas. Se hubiera esperado que después de los recientes acontecimientos a nivel nacional, disminuyeran la violencia y las tensiones en el estado. Sin embargo, esos avances todavía no se reflejan en el escenario chiapaneco, donde prevalecen una multiplicidad de conflictos simultáneos: el creciente descontento social alrededor de temas como la tierra; las demandas de algunos sectores sociales por las promesas todavía incumplidas por el nuevo gobierno estatal; los lamentables hechos de violencia en que han perdido la vida más de una docena de campesinos (como sucedió en Venustiano Carranza), etc. Estos hechos, sumados a las permanentes disputas entre los tres poderes del Estado, han llevado a algunos críticos a poner en duda la capacidad del nuevo gobernador de resolver situaciones adversas y de asegurar una mínima gobernabilidad en el convulsionado estado de Chiapas.