2002
02/01/2003COYUNTURA: Resistencia y Autonomía, creación de las juntas de buen gobierno zapatistas
29/08/2003Contexto y antecedentes
En 1996-97 la zona Norte de Chiapas (en particular la zona baja de Tila) se convirtió en una de las regiones más conflictivas del estado: incontables muertos y desaparecidos, el mayor número de presos políticos, ataques y desplazamiento de comunidades enteras.
SIPAZ comenzó a visitar la zona en coordinación con otras ONGs chiapanecas, con el fin de monitorear los hechos de violencia y la situación de los derechos humanos; el proyecto se llamó Estación Norte para la distensión y la reconciliación. Sin embargo, los observadores pronto fueron identificados con los zapatistas y perredistas por el partido de gobierno, el ejército y el grupo armado Paz y Justicia; en dos ocasiones, integrantes de la Estación Norte fueron atacados, lo cual nos llevó a retirarnos de la zona.
En 1999, el equipo de SIPAZ reinició la presencia continua en la zona Norte de Chiapas. Desde entonces hemos visitado periódicamente más de veinte comunidades de la zona más conflictiva de Tila y algunas de Sabanilla.
Los objetivos de esta presencia internacional van desde la disuasión de la violencia hasta la creación y mantenimiento de espacios de distensión, de diálogo y de tolerancia entre los grupos opuestos. Para lograr este último objetivo, SIPAZ siempre ha buscado abiertamente desarrollar relaciones con todos los actores.
Desde hace tiempo estábamos discutiendo las posibilidades de enriquecer este trabajo de acompañamiento con otras actividades, como la presentación de obras de títeres o talleres de transformación pacífica de conflictos.
Esta posibilidad se abrió cuando recibimos una invitación de Alianza Cívica-Chiapas para participar en un proyecto de títeres en octubre pasado. Desde diciembre hemos venido realizando presentaciones en distintos espacios, en ocasiones combinadas con talleres de transformación de conflictos, foros o encuentros.
La gira por la zona Norte
Una voluntaria del equipo de SIPAZ en Chiapas desde 1999, comparte este relato:
«En febrero de 2003 realizamos nuestra primera gira de títeres por la zona Norte de Chiapas. Las cinco personas (dos de SIPAZ y tres de Alianza Cívica) nos hacíamos muchas preguntas: cómo nos iban a recibir en las comunidades, quién convocaría a la gente -teniendo en cuenta las divisiones políticas y religiosas que caracterizan a la zona-, si nos iban a entender a pesar de que no hablamos ch’ol, cómo resolveríamos las cuestiones técnicas… A la vez sentíamos alegría al poder presentar a las comunidades algo distinto y más amplio que la mera visita e intercambio de información, y esperanza de poder convocar y animar a más gente.
Nuestro grupo se llama «Diversidad«; el sentido de este nombre se entiende en el contexto en que nos movemos: en el marco de la guerra de baja intensidad, las diferencias religiosas o ideológicas han sido aprovechadas para provocar divisiones y violencia entre los indígenas. El trabajo por la paz implica valorar y aprovechar la diversidad para enriquecer la vida comunitaria y fortalecer la unidad. Nuestro grupo en sí es un ejemplo de ello, ya que está integrado por personas de Chiapas, del norte de México, de Estados Unidos, de España y de Alemania, hombres y mujeres entre 24 y 42 años de edad. Cada quien con sus historias, experiencias, deseos y necesidades. La intensidad del viaje nos ayudó a acercarnos y conocernos más.
La gira duró 8 días. Presentamos las obras de títeres en 9 comunidades y en dos cabeceras municipales, con una asistencia que osciló entre 30 y centenares de personas; indudablemente los niños fueron los que más demostraron su entusiasmo.
Por supuesto, no siempre fue fácil, pero en ocasiones nos recibieron con un cartel de bienvenida en la plaza, y hasta hicimos la función bajo la lluvia, mientras el público con paraguas resistía hasta el final.
Un domingo coincidimos con el día de mercado en el centro de El Limar, donde se juntó gente de distintas comunidades. En este lugar se firmó hace un año un acuerdo local de paz y reconciliación, mediante el cual los católicos -que fueron perseguidos por su simpatía con el EZLN- pudieron retornar a su templo, ocupado por el grupo Paz y Justicia (PyJ) desde hacía años. También desde hace un año está preso quien fue uno de los principales líderes de PyJ, y según muchos testimonios uno de los principales responsables de la violencia desatada por años en la zona. Después de la función de títeres, pudimos escuchar que algunos decían: «Así es como comenzó nuestro conflicto acá» y «Ojalá que el mensaje llegue al corazón de nuestras gentes».
También llegamos a la comunidad de Shucjá, que hace años recibió a muchos desplazados. Varios de ellos, que desde el año pasado están negociando el retorno, nos hablan de sus miedos y esperanzas, y uno nos pregunta: «¿Nos acompañan en nuestro retorno?«. Un grupo está retornando a sus propias tierras, y gente de otras comunidades les está ayudando en la construcción de sus nuevas casas.
Así seguimos por los caminos de terracería, unos caminando y otros en el vehículo repleto con el teatrino, las cajas y bolsas con los personajes, la escenografía, y nuestros equipajes.
Hicimos una función en la escuela de una comunidad que -según algunos testimonios- participó activamente en el conflicto, y donde apenas el año pasado logramos establecer contactos. Allí sólo asistieron los niños y algunas madres.
Desde allí llegamos a Jolnixtie, una comunidad dividida, donde en 1996 hubo violencia, desplazamientos y posteriormente retornos sin proceso de reconciliación. Sin embargo, la gente está buscando unirse de nuevo. La escuela es el lugar más neutral de la comunidad. Al llegar, los niños ya gritan «¡¡¡Títeres!!!!». Niños y maestros ayudan a levantar el teatrino y nos prestan micrófonos. En la tarde, invitamos a toda la comunidad. Nuevamente llegaron los niños, pero también muchos adultos. Los que no se acercaron por lo menos escucharon, porque el sonido estaba tan fuerte que era imposible no prestar atención. El catequista nos ayudó con la interpretación y reflexión en ch’ol. También llegaron los protestantes, y las diferentes corrientes políticas.
Las próximas funciones se realizaron en Huanal, comunidad ganadera que perdió todo su ganado en el conflicto; fueron atacados por vecinos de la zona. Pero, según las palabras que se escuchan, fueron los militares y policías quienes finalmente se aprovecharon de las reses. Su historia se parece a una de nuestras obras, en la que dos conejos se pelean por unas zanahorias mientras unos ratones, aprovechando su enfrentamiento, les roban las zanahorias. Los maestros nos ayudan a animar a los niños para la reflexión. En la tarde llega toda la comunidad; como ya anocheció, algunas personas del público alumbran el teatrino con linternas de mano. El maestro y el director de la escuela nos ayudan mucho en la reflexión; tanto maestros como espectadores dan su palabra, reflejando que pertenecen a corrientes políticas opuestas.
En la mañana, temprano, seguimos caminando hacia Obregón. En el camino nos encontramos con los campesinos que van a sus trabajos; ya saben de nuestra visita y nos esperan con alegría. También realizamos dos funciones, una con niños y otra con toda la comunidad. Varias personas dan sus palabras en ch’ol, y ya caída la noche nos reunimos en un salón de la escuela para seguir hablando sobre los principales problemas que afectan a la comunidad. Hombres y mujeres expresan sus preocupaciones sobre la política económica del gobierno y sus efectos en las comunidades, criticando principalmente el Plan Puebla-Panamá. La comunidad está dividida en distintas religiones y partidos políticos, pero sus líderes religiosos y políticos se reunieron y consiguieron firmar un pacto de no-agresión, consiguiendo así evitar una escalada de violencia en la comunidad. En el período más violento del conflicto recibieron refugiados de otras comunidades.
Allí, lejos de talleres mecánicos y gasolineras, se nos estropea la batería del auto. Por suerte hay una persona dispuesta a ayudarnos, que decide prestarnos la batería de su camioneta para que podamos viajar hasta Salto de Agua, el lugar más cercano donde poder comprar una batería.
Regresamos a la zona baja de Tila. Nos invitan a la celebración del aniversario del retorno de desplazados en Cruz Palenque. En una madrugada de agosto de 1997 llegaron hombres armados y atacaron las casas de la gente que no colaboraba con el gobierno; un hombre fue asesinado, y los demás lograron salir con sus familias y refugiarse en otra comunidad. Los habitantes miembros de PyJ fueron instigados para robar el ganado de los desplazados. Luego ellos mismos se dieron cuenta del engaño y buscaron la reconciliación y el retorno de los desplazados. Hoy están celebrando los 4 años del retorno.
Pero la guerra no ha terminado: la gente nos cuenta que el día anterior se había producido un nuevo asesinato. Al parecer la víctima, asesinada en su milpa, era un priísta que estaba participando en un proceso de reconciliación con la iglesia de Tila. Se siente la tensión en las comunidades de alrededor. Y nos cuentan que últimamente se están viendo hombres procedentes de otras comunidades priístas. Hay muchos asesinatos no esclarecidos en estas comunidades, y las víctimas son de todos los grupos.
Nos faltaba presentar los títeres en Nuevo Limar, una comunidad fuertemente dividida, mayoritariamente priísta, donde además hay una base del ejército. Algunas personas, que confiesan sentirse nuevamente amenazados, nos recomiendan por temor a represalias que no presentemos la obra en el centro de la comunidad, como teníamos pensado. Finalmente decidimos hacer la función frente a su casa. Significativamente, en esta última presentación de la gira fue donde obtuvimos una mayor respuesta del público. También logramos que asistieran personas provenientes de diferentes grupos políticos y religiosos. La gente nos agradece la visita; sentimos que les da ánimo.
Regresamos a San Cristóbal con nuestro corazón contento y con ganas de recorrer con nuestros títeres otras comunidades».