ENFOQUE: Desaparición forzada en México, el caso Ayotzinapa
06/12/2022Actividades de SIPAZ (De mediados de agosto a mediados de noviembre de 2022)
06/12/2022Traemos un mensaje de esperanza y futuro para nuestra nación vulnerada y rota. Verdades incómodas que desafían nuestra dignidad, un mensaje para todas y todos como seres humanos, más allá de opciones políticas o ideológicas, de las culturas y las creencias religiosas, de las etnias y del género
El 25 de octubre de 2022, en San Cristóbal de Las Casas, se llevó a cabo el Foro Internacional Construcción de Paz en México: desafíos y claves en el contexto actual, al que asistieron más de 400 personas de manera presencial y unas 300 en línea. Hace dos años y medio, tres articulaciones —la Plataforma Global para la prevención del Conflicto Armado (GPPAC), el Foro Barcelona por la paz en México y el Servicio Civil para la Paz—, conformadas por personas y organizaciones comprometidas con el proceso de paz en México, decidieron unir esfuerzos y comenzar a reunirse virtualmente ante la profunda necesidad de encontrar rutas de esperanza, ante el prolongado y alarmante aumento de la violencia generada por grupos criminales y la provocada por el propio Estado mexicano.
Desde entonces se soñaba con la posibilidad de poder reunirse físicamente, pero llegó la pandemia, por lo que solamente hasta este año —junto a Slamalil Kinal (articulación por la paz en Chiapas)—, se pudo lograr. En la introducción del evento, se valoró que la crisis de violencia en México no sólo no ha menguado, sino que se ha profundizado llegando a alcanzar las alarmantes cifras de más de 100 mil desaparecidos y cerca de 200 mil asesinatos desde al año 2006 a la fecha. Al mismo tiempo, se describió un país cada vez más militarizado con una estrategia de combate al crimen organizado que se ha mantenido durante 3 sexenios, misma que ha profundizado dicha violencia sin lograr construir alternativas creativas que den respuesta tanto a sus efectos más visibles como a las causas estructurales que la sustentan.
En el evento, que contó con múltiples ponentes nacionales e internacionales, se enfatizó que para construir la paz no basta con mantenerse en la denuncia y en la demanda por respuestas efectivas para enfrentar la crisis; y que no se trata sólo de describir la situación sino aportar a procesos capaces de transformarla, haciéndole frente a la polarización alentada por actores políticos, caminando hacia una visión de paz integral con condiciones de vida digna para todos y todas.
Varios ponentes enfatizaron que es necesario entender lo que pasa en México dentro de tendencias globales que marcan los retos para la construcción de paz. Se refirieron a diferentes experiencias influenciadas en muchas ocasiones por factores comunes de las cuales es posible aprender.
En particular, se abordó desde varias voces la experiencia en Colombia como un espejo para entender el contexto en México y una oportunidad para ir repensando acciones. En el caso colombiano, se valoró que el conflicto armado interno no ha sido la única violencia en el país sino un elemento que logró articular gran parte de las violencias preexistentes y violencias que aún siguen existiendo: políticas, sociales, culturales (racismo, patriarcado) así como conflictos territoriales que existen desde hace siglos. El conflicto en Colombia no es unidimensional, tiene muchos factores, muchas capas y muchos actores. Además, Colombia tiene una larga historia de búsqueda de la paz. Como ejemplo de ello se mencionaron los tres pactos nacionales por la paz que se han realizado en este país: 1958 puso fin a la guerra partidista; en 1991 se firmó una paz parcial con grupos guerrilleros; y, en 2016, los acuerdos de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Otra clave que se identificó para avanzar en la construcción de una paz estable y duradera es la necesidad de escuchar a las diferentes voces involucradas en el conflicto, ya que cuando no se tienen en cuenta a todos los actores involucrados es muy probable que la violencia se presente nuevamente. El tiempo se valoró como otro elemento fundamental: los procesos de paz en otros países enseñan que se requieren años de trabajo para avanzar en la transformación de una sociedad afectada por la violencia.
Otro aprendizaje ha sido la importancia de profundizar en la memoria, que ilumina el presente para generar y construir un nuevo amanecer con esperanza. Una invitación fue a ser constructores de la solidaridad y de la paz de los pueblos, dejar de ser espectadores para ser protagonistas del cambio social y no permitir que se sigan imponiendo respuestas militares como única forma de frenar la violencia.
Asimismo, se enfatizó que para hablar de paz es necesario tener en cuenta que es un proceso largo y que se arraiga en los territorios, en lo comunitario. Varios ponentes recalcaron que cuando se fortalece el tejido comunitario y las prácticas culturales que han ayudado a los pueblos a permanecer a lo largo de la historia resistiendo la desigualdad y el abandono estatal, se puede impactar el presente. Se reconoció que no es un proceso fácil; en ocasiones puede ser muy doloroso, requiere de valentía, amor y convicción radical de no usar la violencia para combatir la violencia.
Al subrayar que en los gobiernos latinoamericanos no se han construido instituciones enfocadas en la construcción de paz, se habló de que cabe ir sanando los corazones al mismo tiempo que se transforman las estructuras que posibilitan y promueven la violencia en los territorios. Varios ponentes apuntaron a la importancia de la reconstrucción del tejido social cultivando prácticas de cuidado mutuo y de cuidado de la Madre Tierra.
Finalmente, la espiritualidad se valoró como un eje fundamental para resistir frente a la diversificación y profundización de las violencias en distintos contextos. El aprendizaje es que no se trata de homogeneizar la sociedad, sino de que aprendamos a vivir juntos, mirando las oportunidades que nos ofrece la vida, unirnos en los resultados, no juzgando a los demás, sino mirando la esperanza en medio del caos.
“La paz exige el compromiso de seguir trabajando, usando el diálogo, acompañando a otros, caminando juntos con la certeza de que Dios nos ama, reconociendo a los demás como humanos e hijos de Dios, valorando su dignidad y el respeto por el bien común”, afirmó Rodrigo Aguilar Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas en su intervención.
Más allá de México, el premio Nobel Paz Adolfo Pérez Esquivel declaró por su parte: “Seguimos creyendo que otro mundo es posible, pero no podemos hacerlo solos, es posible si unimos nuestras manos y tenemos la capacidad para la resistencia, la indignación frente a las injusticias, para transformar la realidad. Hasta la victoria siempre”.