ENFOQUE: Megaproyectos en el Sureste mexicano; resistencia de los pueblos originarios en defensa del territorio y la vida.
27/05/2023Actividades de SIPAZ (De mediados de febrero a mediados de mayo de 2023)
27/05/2023Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.
D esaparecer, ¿es acaso un verbo posible de aplicar a personas? Pensando de forma lógica, la respuesta sería no, al menos, no más allá del terreno de la ilusión y la magia. Sin embargo, la realidad ha superado lo inimaginable.
Desaparecida, desaparecido; son conceptos cada vez más presentes en nuestra cotidianidad, diariamente solemos encontrarnos en los medios y en las calles, con una cantidad lastimosa de fichas de búsqueda, con gritos de auxilio de familias desesperadas que buscan a un ser querido.
La desaparición es una de las formas más extremas de la violencia. Familias enteras han sido devastadas por la incertidumbre y el dolor de no saber qué pasó con sus familiares. Como menciona Elena Poniatowska, “para una madre, la desaparición de un hijo significa un espacio sin tregua, una angustia larga. No hay resignación ni consuelo, ni tiempo para que cicatrice la herida. La muerte mata la esperanza, pero la desaparición es intolerable porque ni mata ni deja vivir”.
La desaparición forzada en México tiene sus raíces en la llamada “Guerra Sucia” pero su práctica se ha perpetuado y ha dejado de ser sólo una herramienta exclusiva de los gobiernos. Tiene ahora formas extremadamente violentas y diversos fines que van desde el crear miedo hasta el reclutamiento y la trata. Se da en múltiples contextos y por parte de diferentes actores; muchas veces aún como una estrategia de terror por parte del Estado a la cual, se han sumado las “desapariciones llevadas a cabo por grupos del crimen organizado y cárteles de las drogas, en muchos casos con la colaboración de funcionarios estatales”; como lo señala el informe “La Desaparición Forzada en México: Una mirada desde los Organismos del Sistema de Naciones Unidas”.
Así mismo, Human Rights Watch, en su informe mundial 2023, menciona que “desde el inicio de la “guerra” contra el crimen organizado en 2006, los índices de delincuencia violenta han sufrido un aumento drástico en México, y alcanzaron niveles históricos durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Si bien las autoridades a menudo atribuyen esta violencia a cárteles delictivos, la mayoría de los delitos no se investigan y nunca se identifica ni se enjuicia a los responsables”.
Durante este sexenio, hemos sido testigos también del aumento de la presencia las fuerzas militares en el país con la justificación de combatir el crimen organizado. Al respecto, el informe menciona: “Soldados, policías y agentes del Ministerio Público han cometido graves violaciones de derechos humanos en forma generalizada, que incluyen torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, con impunidad casi absoluta”. Se tienen registradas entre 35 y 40 sentencias por desaparición de los más de 100 mil casos.
Al día de hoy, de manera oficial se reconoce que hay más de 112 mil personas desaparecidas en México y más de 52 mil cuerpos sin identificar. Si a esto sumamos que, según las estadísticas, “cerca del 90 % de los delitos nunca se denuncian, una tercera parte de los delitos denunciados nunca se investigan y menos del 16 % de las investigaciones se “resuelven”, la cifra podría ser aún mayor”, según el mismo informe.
Ante este panorama y la necesidad de las familias de encontrar respuestas y obtener justicia, han surgido al menos 130 colectivos de búsqueda en el país, la mayoría, conformados por familiares de personas desaparecidas. Muchos de ellos son liderados por madres que buscan a sus hijos incansablemente, incluso, haciendo labores de excavación en las más de 4000 fosas clandestinas que se han encontrado a lo largo del territorio mexicano. Han tenido que capacitarse sobre la marcha en diversas disciplinas, incluyendo la forense.
Además de las tareas de búsqueda, difusión, exigencia de verdad, justicia, reparación, no repetición y memoria, los colectivos de familiares de personas desaparecidas, se han encontrado con la necesidad de apropiarse de espacios públicos para visibilizar la grave crisis por la que atraviesa el país. En varios estados de la República, podemos encontrarnos con memoriales, monumentos, rotondas y espacios diversos en los que se recuerda a los que faltan, como Glorieta de las y los Desaparecidos en la Ciudad de México. De igual manera, en algunas ocasiones toman las calles de las ciudades para recordarnos que, nos faltan más de 100mil y que no pararán hasta encontrarlos.
Esta labor ha puesto a las familias en un alto nivel de exposición, lo que, a su vez, las ha colocado en un riesgo enorme. Al día de hoy, más de 10 madres buscadoras han sido asesinadas. Pero, a pesar de los desafíos, amenazas y revictimización a la que se enfrentan, familiares de las víctimas y activistas, de manera conjunta con organizaciones de derechos humanos, siguen luchando. Gracias a su trabajo y la presión que han ejercido, han logrado impulsar redes como el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, entre otros, que buscan visibilizar los casos, exigir justicia y promover políticas públicas efectivas para prevenir y abordar este problema.
Además, se han establecido mecanismos como la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, y se han impulsado cambios en el campo legal como la Ley General sobre Desaparición forzada y el Protocolo Homologado de Búsqueda. Todos ellos tienen como objetivo coordinar los esfuerzos para la búsqueda e identificación de personas desaparecidas.
Aún falta mucho por cambiar, nuevas leyes y organismos que atiendan de forma integral a esta crisis, pero es de suma importancia reconocer lo que han logrado las familias en su caminar.
Chiapas: Un foco crítico en la dolorosa realidad de las desapariciones
Chiapas, uno de los estados más pobres y marginados de México, enfrenta una situación especialmente preocupante en relación con las desapariciones. En esta región, la desigualdad socioeconómica, los conflictos territoriales y las tensiones políticas han contribuido a un clima propicio para la violencia, la ruptura del tejido social y la impunidad. Por otra parte, la ubicación estratégica de Chiapas, lo ha colocado en el centro de disputa de diversos grupos del crimen organizado, lo que ha incrementado la comisión de delitos como el secuestro y la desaparición.
Actualmente, las cifras en el estado no son claras, pues, al igual que a nivel nacional, por miedo y falta de confianza en las autoridades, no todos los casos son denunciados. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, tiene registrados 1.314 casos; la organización Melel Xojobal ha documentado al menos 1.831 desapariciones de menores de 18 años entre 2018 y 2021. Por su parte, Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes, tiene más de 350 casos de jornaleros agrícolas chiapanecos desaparecidos. Dichas organizaciones coinciden en que, en los últimos cuatro años, las desapariciones han aumentado de forma exponencial y sostenida. Se estima que estas cifras pueden ser mucho mayores.
En Chiapas, nuevamente son las familias y organizaciones defensoras de derechos humanos quienes están realizando esfuerzos ante esta crisis. Es así que en 2010 se formó el Comité Junax Ko’tantik con familias de migrantes chiapanecos y chiapanecas desaparecidos. Así como el Grupo de Trabajo Contra la Desaparición en Chiapas, quienes han instado a las autoridades a “reconocer la problemática y trabajar en conjunto para encontrarles y para detener la crisis”. También han señalado la necesidad de crear una unidad de análisis de contexto tanto en la Fiscalía contra la Desaparición Forzada como en la Comisión Estatal de Búsqueda, para tener claridad sobre lo que está pasando y con qué fines.
La búsqueda de la verdad y justicia para las víctimas y sus familias es una tarea urgente y necesaria. Las colectivas de búsqueda en todo el país son un reflejo de la falta de resultados de los gobiernos; pero también, son un símbolo de que cuando hay voluntad, muchas cosas se hacen posibles. Son un ejemplo de fortaleza, lucha, esperanza, unión y, sobre todo, amor.
#Hastaencontrarles