ANALISIS: México – De influenza y otros males
31/08/20092009
04/01/2010«El sistema no sólo tiene alambrados los cuarteles que ha construido en nuestros territorios, sino también tiene alambrados nuestros corazones de mujeres y madres, pero los vamos a desalambrar«.
Foro «Perspectivas de mujeres ante a la militarización»
Ante la creciente militarización del país, oficialmente justificada por la guerra que Felipe Calderón declaró al narcotráfico, las mujeres no se quieren dejar paralizar por el miedo. Los días 2 y 3 de octubre de 2009 en San Cristóbal de Las Casas, se reunieron 160 de ellas en el Foro «Perspectivas de mujeres ante la militarización». Llegaron de Honduras, Guatemala, Chihuahua, la Ciudad de México, Guerrero y varias comunidades de Chiapas para «compartir ideas y experiencias de mujeres y de sus comunidades sobre la militarización, paramilitarización y narcotráfico, visibilizar y analizar las consecuencias de la militarización para las mujeres y trazar alternativas».
El primer día, las mujeres intercambiaron sobre las consecuencias tristemente conocidas de la militarización: el abuso sexual como método de tortura (con el testimonio conmovedor de Valentina Rosendo Cantú, de Guerrero), la prostitución en los alrededores de los campamentos militares, una violencia intrafamiliar exacerbada en familias de militares, el incremento de la migración, la criminalización de las luchas sociales, enfermedades como el SIDA pero también el estrés, la impunidad…
El mismo día, la reflexión sobre sus causas desembocó en una lectura muy amplia y sistémica de la militarización. Se analizó que se da por ser: «un negocio en sí»; «un medio para asegurar y reproducir el dominio de los poderes de facto, el gobierno y los ricos»; «un medio de control estratégico para fortalecer el sistema capitalista» (control de los recursos naturales, de la mano de obra, control territorial para producción y tráfico de drogas, control social frente a movimientos sociales); y también se da porque la normalización de la presencia militar genera cierta aceptación por parte de la población civil.
Más allá del despliegue de tropas en el territorio y sus consecuencias nefastas directas, las mujeres denunciaron una sociedad basada en relaciones de violencia y dominación: «Hoy, vivimos en una sociedad militarizada en la cual se reproduce el poder, la fuerza y la violencia como sistema de vida.» Enmarcadas en esta lectura, las propuestas de acción del segundo día invitan a todas y todos a una transformación profunda de la realidad.
Propuestas hacia una transformación de la realidad
«Tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo». A principios del siglo XX, en la India, eso fue la palabra de Gandhi, una de las principales figuras del pensamiento y de la lucha no-violenta. En el año 2009, en Chiapas, México, una asamblea de mujeres se compromete e invita a caminar juntas hacia la «desmilitarización total de nuestras comunidades, formas de vida y corazones.» Aunque la no-violencia no fue el marco explícito del foro, suena como un eco. Es la expresión de una lógica de construcción de paz duradera.
De las conclusiones de las mesas de trabajo sobre las posibles acciones jurídicas, políticas y comunitarias, se puede destacar una actitud general y dos ejes estratégicos. En cuanto a la actitud, se propuso:
- no reproducir en la familia o la comunidad el esquema de violencia de la militarización o sea las relaciones de dominación y sumisión, tanto entre mujeres y hombres como entre adultos y niños.
- fomentar la creatividad. Un ejemplo de eso, en el ámbito de la acción jurídica que tiene fama de ser bastante limitada y predeterminada, fue la iniciativa de un Tribunal Civil. Otro fue de pasar por obras de arte para denunciar o concientizar.
- no negar el miedo, ni ceder al miedo. Y lo mismo para la rabia u otras emociones. Para eso se enfatizó la necesidad de compartir entre mujeres lo que se vive para poder luego superarlo y organizarse juntas.
- romper el silencio desde la espiritualidad.
El primer eje estratégico es de reacción a la militarización misma. Implica acciones de información y concientización (reuniones de mujeres en la comunidad para hablar del foro, conocer lo que la ley permite o no a los militares, compartir los números de teléfonos útiles…), de resistencia (como no vender sus productos a los militares si se establecen en la comunidad o participar en cordones de seguridad) y de denuncia (hacer públicas las violaciones sexuales por parte de militares, marchas pacíficas…).
El segundo eje plantea una transformación de la realidad a más largo plazo. Abarcó tanto acciones de educación (no dejar a los niños jugar con armas fictivas, enseñarles a escucharse entre ellos y a pensar antes de obedecer) y de capacitación (sobre los derechos humanos o la transformación de conflictos por ejemplo), como propuestas políticas (eliminar el servicio militar y el ejército, crear igualdad social). También se planteó cierta manera de consumir (construir alternativas de economía solidaria) ya que «La globalización militarista domina no sólo en el ámbito público, sino ha penetrado hasta los ámbitos privados e íntimos. […] Todos somos compradores, consumistas, voluntarios o involuntarios reproductores del sistema, aunque estemos en resistencia. Las madres no sólo nos convertimos en reproductoras de esclavos, sino que además debemos desarrollar en ellos las «competencias» que necesita el sistema.» (Mercedes Olivera B.). Se trata así de atender las causas identificadas de la militarización desde la violencia estructural hasta la violencia cultural.
Esta voluntad de unirse para enfrentar y denunciar la militarización desde sus causas hasta sus manifestaciones corresponde a una apuesta: creer en la fuerza del número y de la verdad ante la fuerza del poder y de las armas. Ante un contexto de mucha tensión, la capacidad de las mujeres a analizar la militarización y formular propuestas no-violentas y constructivas resulta particularmente estratégica.