2004
03/01/2005COYUNTURA: De la alerta roja a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona
29/07/2005Del 26 al 31 de enero pasado, se llevó a cabo el V Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Brasil, coincidiendo con el Foro Económico de Davos, Suiza, en el que se congregan los líderes financieros y políticos del mundo y del que el FSM busca ser una antípoda al proponerse ser «un espacio abierto de encuentro para (…) articular acciones eficaces (…) que se opongan al neoliberalismo y al dominio del mundo por el capital o por cualquier forma de imperialismo» (Carta de principios del FSM).
Las cifras de Porto Alegre 2005 parecen reflejar un gran éxito: más de 150.000 participantes originarios de 135 países, 6800 periodistas, 2500 actividades, 2800 voluntarios y 352 documentos finales (ver por ejemplo el «Llamamiento de los movimientos sociales contra la Guerra, el Neoliberalismo, la Explotación y la Exclusión, por otro mundo posible«).
El FSM ha llegado a ser un espacio gigante que rebasa en mucho la idea de quienes lo promovieron. Fuera de los Foros propiamente dichos (mundiales, continentales y temáticos) que se han venido desarrollando con amplia participación social desde el 2001, también se le atribuye al FSM un papel clave en la manifestación mundial contra la guerra que, el 15 de febrero de 2003, logró movilizar a 10 millones de personas en 4 continentes.
Sin embargo, mi impresión después de vivir este Foro no coincide del todo con el entusiasmo del presidente venezolano, Hugo Chávez al considerarlo «el evento político más importante del mundo».
¿Un gigantesco carnaval?
Al llegar al extenso espacio en el que se realizaban las actividades del Foro, a las orillas del río Guaiba, uno no podía dejar de preguntarse si se dirigía hacia un evento para gestar «otro mundo posible» o si iba a la playa, entre la forma de vestirse de la gente por lo demás claramente entendible por el calor veraniego brasileño, el ambiente relajado y el olor a loción bronceadora. Para preguntarse incluso, si efectivamente algunos estarían en las cerca de 500 tiendas de campaña de distintos tamaños donde estaban programadas las actividades «oficiales» o si la «acción» estaría más bien en las calles.
En Porto Alegre, no está bien visto simpatizar con el presidente brasileño, Lula Da Silva al ser fuertemente cuestionado por la mayoría de la población local presente. Sin embargo, coincido en cierta medida con su comparación del FSM con una «feria ideológica». De hecho, en los «pasillos«, muchos cuestionaban el formato y la vigencia del espacio. Otros se referían a los riesgos que enfrenta el Foro. Por ejemplo, Paul Nichols de Vía Campesina, al hablar de la exigencia de que el FSM «no sea ya un turismo de foros sino una plaza de luchas sociales contra el neoliberalismo»; el premio Nobel portugués de Literatura, Saramago, al mencionar el riesgo del espacio de convertirse en una simple «meca de peregrinaciones izquierdistas y discusiones sobre utopías»; o James Petras: «No tiene el Foro contenido político, es un gran happening, donde todo el mundo se junta y cada quien habla de sus cosas pero no tiene coherencia o expresión». En lo personal, ni siquiera en la marcha masiva, experimenté la fuerza de un compromiso militante o de una construcción real sino una búsqueda de respuestas a preguntas de todo tipo, de lo individual a lo social. O sea, sentí más bien «una soledad tan concurrida» (Benedetti)…
El FSM frente a sus propias contradicciones
Según algunos, el FSM bien podría resultar víctima de su propio éxito: en el gigantismo que ha adquirido el espacio y por la multiplicidad de agendas y preocupaciones presentes. Por otro lado, se notan contradicciones que podrían acabar de fracturar el espacio:
Elistismo vs. participación social
Si bien se ha avanzado en este sentido, es obvio que los representantes directos de los movimientos sociales difícilmente se pueden costear un viaje así. En muchos sentidos, empezando por la elección de Porto Alegre, ciudad al fin y al cabo «desarrollada» según los criterios del Norte, es un Foro en buena medida hecho por y para el primer mundo. De ahí también se está planteando la necesidad de descentralizar más el proceso: en el 2007, el FSM debería realizarse en algún país africano. En lo inmediato, a parte de la masiva presencia brasileña, la mayoría de los demás participantes vienen del Norte o encuentran sus gastos para participar financiados por agencias del Norte.
Otro nivel en el que se perpetúa cierto elitismo, es el espacio que se les da a personalidades más conocidas. Eso no es responsabilidad exclusiva de los organizadores sino de los mismos participantes. Parece que tenemos mayor capacidad de escucha cuando valoramos más al ponente.
Pragmatismo vs. utopía
Se pueden ver dos grandes bloques: el primero opina que el FSM no es práctico o concreto, que es tiempo de pasar de las denuncias y los discursos a la búsqueda de soluciones y acciones. Para superar la dispersión y la atomización, proponen seleccionar unos cuantos ejes de lucha.
El otro grupo pregona que se debe mantener un espacio de diálogo y articulación, horizontal, sin discriminación ni jerarquía. En este sentido, pone en tela de juicio la identificación de prioridades como una negación a su espíritu mismo, reflejado en la Carta de Principios que define el FSM como «un espacio abierto de encuentro» que «no pretende ser una instancia representativa de la sociedad civil mundial».
Obviamente hay diferencias entre los que llegan por primera vez y los que ya han estado en otros y que quisieran ya pasar a otro nivel. Ahí se podría ubicar el «Manifiesto de Porto Alegre. Doce propuestas para otro mundo posible«, firmado por varias personalidades (aunque dichas personalidades reconocen que no hablan a nombre del Foro). Recordé el significado del lema zapatista en Chiapas: «caminar al paso del más lento».
A otro nivel, también se da una tensión entre las actitudes más reformistas (respetando las estructuras estatales) y las opciones de lucha que proponen una transformación total del sistema.
El riesgo de la cooptación
Otro riesgo que se ha venido señalando y del que el FSM nunca ha logrado escaparse del todo es el de la cooptación por parte de actores políticos de corte más clásico.
Los más radicales cuestionan qué tanto se ha convertido en un espacio de catarsis para evitar la confrontación directa con el sistema capitalista. Retomando la comparación con el Carnaval, como se festeja en mi pueblo (ciertamente sin tantas lentejuelas ni ritmo que en Río de Janeiro): un día al año, uno puede burlarse impunemente de los demás y en primer lugar de las autoridades. Pero al día siguiente, todo regresará a la «normalidad«.
Un último punto de preocupación es la ausencia casi sistemática de debates reales. El formato «clásico» de todos los espacios es «ponencias» y luego «debate entre todos los participantes». Muchas veces este segundo momento se convierte en un diálogo de sordos. Cualquiera que sea el tema abarcado, a menudo, cada quien regresa a la denuncia propia con la que llegó al Foro.
Y sin embargo, mucho que rescatar…
Mayor congruencia
Para empezar el espacio se trasladó de la elitista Universidad Católica de Porto Alegre a terrenos al aire libre, donde se construyeron 205 auditorios y 295 tiendas de campaña, buena parte con materiales reciclados o naturales. La contaminación del río se prestaba a un llamativo contraste. Este esfuerzo hacia mayor congruencia con los cambios que se proponen «hacia fuera» se nota también en otros detalles como las mochilas para los participantes, el funcionamiento de los baños, los puestos de comida dentro del FSM, etc., respetando la lógica de la economía solidaria.
También se dieron modificaciones organizativas y metodológicas para llegar a tener un proceso más «de abajo hacia arriba»: todas las actividades fueron propuestas por los participantes, ninguna impuesta por los organizadores a diferencia de antes cuando decidían sobre las grandes conferencias, sus temas y ponentes
Múltiples encuentros
En medio de esta Babel, la posibilidad de encuentros parece infinita: Norte-Sur, Sur-Norte, Norte-Norte, Sur-Sur, Sur en el Norte y Norte en el Sur. Se reinventa otro idioma. A fuerza, y como muy pocas veces se hace cuando uno está en su país de origen, se hace un sincero esfuerzo de comunicación. No todo está en el discurso, en la teorización, en la eficiencia de un acuerdo, en un producto concreto sino en el encuentro formal o informal con tantas otras personas.
No se puede menospreciar la intencionalidad de cada uno, la convergencia de tantos caminos en este lugar. Al revisar el amplísimo programa, están presentes todas las búsquedas y todos los significados. Difícilmente encontrarán algo que falte en el sentido de una transformación social. No hay ningún otro espacio donde se pueda ver esta diversidad. El FSM no es «un» Foro, son múltiples Foros a la vez.
¿Semillas de esperanza?
La riqueza del FSM yace justamente en la diversidad. Se lucha contra un modelo hegemónico fomentando la diversidad. No se trata de sustituir a un modelo hegemónico por otro. Jorge Santiago, de la organización de Chiapas DESMI (Desarrollo Económico y Social de los Indígenas Mexicanos), que también estuvo en Porto Alegre, nos decía después del FSM: «es como un gran regalo, del que probablemente haya mucho papel que tirar. Acuérdense también de la parábola bíblica de la mala hierba. Se están sembrando semillas de cambio. No darán 150.000 frutos, no todos se convertirán en agentes de cambio. Pero de ahí todavía puede salir el elemento nuevo. De todos modos, el mundo no se va a cambiar allá, en Brasil, sino donde estás. Es una invitación a seguir trabajando donde estés, desde tu propio frente de lucha». Coincido plenamente con él: ¡A trabajar!