ENFOQUE: Sureste de México, una radiografía del despojo
31/08/2024Actividades de SIPAZ (De mediados de mayo a mediados de agosto de 2024)
31/08/2024
D espués de 25 años trabajando en la Comisión de Apoyo a la Unidad y Reconciliación Comunitaria (CORECO A.C.), Alejandra Rojas Chávez va a cerrar este ciclo de su vida al final de este año 2024. En una entrevista, nos compartió sus experiencias, aprendizajes y los procesos que ha acompañado durante su colaboración con esta organización.
25 años de acompañamiento en CORECO
Alejandra Rojas Chávez, vive en el estado de Chiapas desde hace 32 años. Mientras formaba parte del equipo del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), conoció a CORECO durante su proceso de conformación. CORECO se fundó en 1996 como una organización de la sociedad civil que acompaña a las comunidades y organizaciones en sus esfuerzos y trabajos de unidad, reconciliación y construcción de paz.
Alejandra se unió al equipo de CORECO en 1999 y, desde entonces, ha participado en diversos procesos, como la formación y el acompañamiento de las comisiones locales de reconciliación y derechos humanos de los Altos, los diplomados en Transformación Positiva de Conflictos (TPC), y en procesos de mediación y facilitación de diálogo donde las y los participantes han encontrado y construido soluciones positivas para sus conflictos. Además, ha acompañado talleres de fortalecimiento del corazón y coordinando encuentros de constructores y constructoras de paz y reconciliación desde 2005. También ha acompañado el caminar del Pueblo Creyente de la Diócesis de San Cristóbal y, en los últimos años, de la Articulación para la Paz y el Buen Vivir.
El fortalecimiento del corazón
“El fortalecimiento del corazón nació como parte de una búsqueda tanto personal como colectiva de encontrar nuevas formas de acompañar a las comunidades, a los servidores, hombres y mujeres que por diferentes situaciones no encuentran soluciones ante los conflictos, se sienten cansados o ya no encuentran esperanza”, nos compartió Alejandra.
Los talleres de fortalecimiento del corazón son espacios donde las personas que participan pueden “escuchar su esencia, su corazón y sus preocupaciones, lo que les duele y lo que les lástima por la realidad que viven”. Estos espacios contribuyen a encontrar fuerza y energía para seguir adelante. A través de ellos, las y los participantes han logrado sanar su corazón, tomar conciencia de su verdadero ser y su sentido o misión de vida, y han podido establecer nuevas relaciones y recuperar la esperanza para continuar construyendo la paz y el buen vivir en sus comunidades.
Estos talleres, también han cambiado la perspectiva de los participantes sobre sus conflictos, ayudándoles a escuchar y comprender mejor a los demás, reconociendo que cada persona tiene su propia historia. Alejandra nos contó sobre momentos en los que las personas lograron liberar rencores y deseos de venganza al compartir sus experiencias. “A veces no se tiene la posibilidad de tener un espacio para escucharse en la vida, por lo que estos espacios permiten hacer un alto para escucharse y escuchar profundamente y para nutrir las fortalezas que tienen”, nos dijo.
CORECO ha promovido diversos procesos de fortalecimiento del corazón. En espacios dedicados exclusivamente a mujeres, ellas han podido reconocer y valorar su identidad como tales, sus cualidades, y desde esa base, apoyar y acompañar a otras mujeres en sus propios procesos. CORECO también ha trabajado con jóvenes que están en la búsqueda de su propio camino y de cómo desean servir o aportar a la comunidad.
“En un encuentro con jóvenes sobre el tema de fortalecimiento del corazón donde guías mayas nos acompañaron. Los jóvenes pudieron sentir y encontrar la fuerza en la comunidad, la oración y la ceremonia de fuego.” Ante el contexto de violencia han encontrado desde la espiritualidad formas de reconocer a sus ancestros y ancestras, darse cuenta de dónde vienen y que, como comunidad, tienen la fuerza para seguir construyendo la vida. “Aunque el panorama se puede ver tan difícil y oscuro también hay esa claridad, la fuerza de las comunidades que quieren cuidar a sus territorios que se conectan con la vida, la naturaleza y la fuerza que nace en su espiritualidad. Hay mucha esperanza en los pueblos, comunidades y familias,” nos comentó Alejandra.
Reconocer la fuerza interior
Durante su tiempo en CORECO, Alejandra ha aprendido de las historias personales y colectivas de los hombres y mujeres con quienes ha trabajado. Ha comprendido que cuando se viven experiencias que lastiman el corazón y no se sanan, pueden llevar comportamientos violentos. También ha llegado a valorar las capacidades y posibilidades que la gente tiene para resolver y transformar sus conflictos, “Cuando hay una cercanía o un acompañamiento puedes reconocer que tienen esa fuerza.”
Los aprendizajes han permitido compartir estas experiencias en otros grupos. Según Alejandra, como CORECO han acompañado a “comunidades y colectivos que han encontrado esa fuerza para reafirmar su decisión de no resolver los conflictos a través de la violencia sino de encontrar nuevos caminos. En este sentido los talleres de Fortalecimiento del Corazón son un espacio para mirar y entender el conflicto de otra manera, abren la mirada y el corazón para construir soluciones diferentes. En algunos casos, que en su momento no se resolvieron, tiempo después hemos escuchado que han podido resolver y transformar sus conflictos, han podido volver a ser comunidades que caminan en acuerdo y unidad”.
Esperanza y fe en la construcción de Paz
Alejandra nos transmite que, como CORECO hemos trabajo y acompañado a personas que, aún en situaciones de conflicto mantienen la esperanza en cambios que pueden darse al “ver que no somos los únicos que estamos en situaciones de conflictos, que podemos encontrar luces y que podemos buscar construir algo diferente”.
También nos compartió su experiencia personal, mencionando que siempre ha caminado con fe y esperanza, creyendo que es posible vivir de una manera diferente, construir la paz y creer en uno mismo y en los demás, estableciendo relaciones más pacíficas y armoniosas. Recordó una frase de Gandhi: “No hay camino para la paz: la paz es el camino”. Consideró que “la paz también se va construyendo en momentos concretos donde nos encontramos con los otros y las otras, donde nos reconocemos, valoramos y donde nuestra experiencia aporta a los demás en su vida y su trabajo”.