ACTUALIDAD: De cambios y continuidad
30/07/20102010
03/01/2011ARTÍCULO: La lucha de las mujeres contra la exclusión
«Vimos que hay cosas de la cultura que se tienen que recuperar de nuestros ancestros ya que las costumbres de algunas comunidades no todas son buenas, porque son los hombres los que siguen teniendo el control y poder sobre las tierras, siendo que nosotras también las trabajamos; incluso en algunas comunidades, en donde la mayoría de las autoridades son hombres, buscan imponer acuerdos que no toman en cuenta la palabra de todas y todos.»
Los días 6 y 7 de noviembre del presente año se llevó a cabo el Encuentro de Mujeres en Resistencia y Esperanza para Defender Nuestra Madre Tierra y el Territorio, en San Cristóbal de las Casas. El evento fue facilitado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y organizado por mujeres de diversas comunidades y organizaciones de Chiapas. En el mismo, expresaron sus preocupaciones por la explotación de sus tierras por parte del gobierno y de las grandes empresas, por la presencia de policías y militares en sus pueblos y por la división a nivel comunitario que generan los proyectos gubernamentales. El pronunciamiento final también señaló las limitaciones culturales que sienten las mujeres en cuanto a su participación a nivel comunitario, cuando mencionan que «[los hombres] no toman en cuenta la palabra de todas y todos».
Como comenta la coordinadora Asunción Ponce Ramos de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria (CRAC-PC) de Guerrero, para poder estar en las asambleas comunitarias que se llevan a cabo en muchos lugares en México, las mujeres tienen que ser ‘necias‘. El sistema de justicia autónoma de la CRAC-PC, que cumplió sus 15 años en octubre pasado, ha contado con la participación de mujeres desde su nacimiento, pero su involucramiento integral sigue siendo un desafío. «A veces se da discriminación o expulsan a las mujeres. Hay las que se quedaron uno o dos años, ninguna ha hecho sus tres años», enfatiza Asunción Ponce.
Pero ciertamente se han dado avances comparando la situación actual con las décadas anteriores. Una participante de las asambleas de la Coordinadora Diocesana de Mujeres (CODIMUJ) de San Cristóbal de las Casas, proveniente del municipio de Comalapa, comentaba que hace 30 años, cuando las mujeres de su comunidad empezaron a organizarse, se contó con la participación de tres o cuatro mujeres, mientras que ahora son 16. Explica que antes los hombres no las dejaban participar en encuentros, y que ahora sí pueden participar más. Las mujeres en las asambleas de la CODIMUJ han podido superar los prejuicios de sus comunidades de ser ‘una mujer suelta‘ o de ‘dejar solitos a sus hijos’ para poder venir a capacitarse para interpretar la vida ‘con ojos, mente y corazón de mujer’.
La lucha de las mujeres zapatistas ha resultado en el desarrollo y la implementación de la Ley Revolucionaria de las Mujeres. Durante los últimos días de 2007, en el caracol de La Garrucha se celebró el Primer Encuentro de las Mujeres Zapatistas con las Mujeres del Mundo, un momento privilegiado en el que pudieron dar a conocer al mundo su proceso y sus retos. El encuentro fue organizado, coordinado y realizado por mujeres. Los hombres podían estar, pero solamente para apoyar a las mujeres: lavando trastes, cocinando, limpiando los espacios o cuidando a los niños. Un letrero en la entrada anunciaba que así sería durante los días del evento y que después, todo volvería a ‘lo normal’. Durante unos días entonces, la exclusión estructural de los espacios públicos que viven las mujeres campesinas, zapatistas y las mujeres ‘del mundo’, fue desafiado. El hecho que después del encuentro todo volvería a ‘lo normal’ indica que esta propuesta fue atrevida -o como diría Asunción Ponce Ramos, fue ‘necia‘- y que por lo común los espacios públicos les pertenecen a los hombres, dejando a las mujeres afuera de ellos. Sin embargo, los múltiples esfuerzos y trabajos de las mujeres zapatistas dentro del proyecto de construcción de la autonomía del Zapatismo han resultado en una mejor representación de mujeres y niñas dentro del sistema: mujeres ocupan cargos en las Juntas de Buen Gobierno, trabajan como promotoras de salud y de educación y las niñas están incluidas en el sistema educativo tal como los niños, lo cual no venía siendo el caso.
De la misma forma, las mujeres unidas en el Encuentro de Mujeres en Resistencia y Esperanza para Defender Nuestra Madre Tierra y el Territorio, a inicios de noviembre, confirmaron su voluntad de seguir construyendo una sociedad equitativa en la cual participen mujeres, hombres, niñas y niños, ejerciendo y defendiendo sus derechos. Subrayando la fuerza de las mujeres unidas afirman: «Las flores que aquí compartimos son el significado de la unión de mujeres, comunidades y organizaciones con la esperanza de seguir unidas y tomar más fuerza para seguir adelante».