Actividades de SIPAZ (Mayo a Agosto de 2003)
29/08/20032003
31/12/2003Parte del trabajo de SIPAZ consiste en recibir visitas y delegaciones, muchas de ellas llegando desde Estados Unidos. Por otro lado, voluntario/as de allá vienen a vivir y trabajar en Chiapas, intercambiando experiencias por un tiempo y regresan a sus tierras. También nos visitan mexicanos que viven en EEUU. Finalmente, la mayoría de las organizaciones que forman parte de la coalición de SIPAZ, varios miembros de nuestra junta directiva, actualmente o en el pasado, radican en este país.
Respondiendo a invitaciones de algunos de estos contactos y amistades planificamos conjuntamente mi viaje a EEUU en octubre y principios de noviembre. Visité 8 estados: Texas, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Michigan, Ohio, California y Arizona. Presenté la situación en Chiapas y el trabajo de SIPAZ cerca de 50 veces, entre presentaciones públicas, escuelas, universidades, fábricas, iglesias y radios comunitarios.
Esta visita me permitió no nada más informar sobre nuestro trabajo o la situación en Chiapas sino que resultó ser un rico y diverso intercambio de experiencias, sueños e ideas de cómo seguir trabajando para un mundo mejor.
Encuentros fronterizos, problemas globales
En mis presentaciones sobre Chiapas, menciono el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) como uno de los detonantes en el levantamiento del 94 en Chiapas. En El Paso, Texas, visité una casa para migrantes y un centro para mujeres obreras. Un mexicano me comentó: «Antes había muchas fábricas textiles. Much@s mexican@s ganaban bien en estas fábricas. Con el NAFTA, las maquiladoras se mudaron a los estados norteños de México, dejando un gran desempleo. Dieron empleo a mexicanos con un sueldo más bajo. Ahora se mudan a Centroamérica y Asia, dejando una economía dependiente y una ecología dañada».
En la casa de migrantes encontré a muchos mexicanos de los estados norteños, indocumentados que cruzan la frontera en búsqueda de un trabajo y con sueños de éxito. Me dijeron que después del ataque al World Trade Center del 11 de septiembre han aumentado mucho los controles en las fronteras, que los «Border patrols» (patrullas fronterizas) llevan armas del ejército y que ya han matado a gente (un joven enfrente de esta misma casa). Son muchas las historias que se escuchan en la frontera que desalentarían a los miles y miles de mexican@s que actualmente sueñan o se están yendo para el Norte en búsqueda de un mejor futuro.
En Nogales, Arizona, un muro marca la frontera entre México y EEUU y me recuerda otras imagines y otros tiempos en mi propio país: Alemania. Por este muro muchos indocumentados cruzan la frontera lejos de las ciudades, en los desiertos de Texas y Arizona. Caminando hasta 80km en el desierto, se han muerto ya muchos indocumentados, sobre todo por falta de agua.
En la universidad de Austin, Texas, coincidí con una visita del presidente de México, Vicente Fox. Gran parte del publico eran migrantes mexicano/s. Habló principalmente sobre su trabajo de cabildeo con los gobernantes de estados fronterizos en EEUU y México en cuanto a políticas migratorias. Avaló el trabajo de los migrantes: los dólares que mandan a sus familiares representan el mayor ingreso económico de México. Recibió muchos aplausos. Pero también hubo gente en el salón levantando pancartas de protestas: «Asesinatos de mujeres en Juárez», «Acuerdos de San Andrés», «Promesa de resolver el problema de Chiapas en 15 minutos», «EZLN». Terminando el discurso, la discusión siguió entre los presentes. No todos están de acuerdo. También se nota una diferencia entre los que ya llevan o hasta nacieron en EEUU y los más recién llegado de todas partes de México.
La interdependencia económica de México con el «gran hermano» del Norte me lleva a concluir que los «muros» (en el sentido propio y figurado) no pueden ser una solución a largo plazo. Esta interdependencia ya es un hecho y la presión migratoria sigue creciendo desde el Sur (incluso más allá de Chiapas, frontera sur de México) por el deterioro económico que se experimenta en esas regiones.
Luchas comunes y respuestas solidarias
En Tucson, Arizona encontré a voluntarios organizados en «Human Borders» (Fronteras Humanas) que llevan agua al desierto para salvar las vidas de migrantes. Otros van a Altar, un pueblo fronterizo con ropa y alimento. «Borderlinks» in Tucson organiza delegaciones para conocer la situación de la frontera, entrevistarse con los «border patrols», migración y los mexicanos en ambos lados de la frontera. En El Paso, Texas y Juárez, Chihuahua, México hay «shelters«, casas para mujeres y para migrantes mantenidos por voluntarios, con donaciones y las sobras de comidas que nunca hacen falta en esta sociedad de abundancia. Hay quienes muy comprometidos ayudando al próximo, sea el homeless (gente viviendo en la calle) del propio país o al migrante que viene buscando como sobrevivir.
Tucson es la cuna del movimiento santuario, quienes tradicionalmente han ayudado a refugiados de guerra de Centroamérica, dándoles seguridad y espacio para hablar. También han buscado «educar» al pueblo de Estados Unidos, asumiendo la gran responsabilidad que su país ha tenido en estas guerras. Este planteamiento plantea un reto: más allá de las obras de ayuda y caridad reconocer que como países del primer Mundo somos partes de los problemas y de las soluciones integrales que se requieren.
También encuentro temas de luchas compartidas en México en particular contra los megaproyectos económicos (NAFTA, ALCA) y las instancias que los promueven (OMC, BM, etc.). Conozco a personas que van a participar en las protestas contra el ALCA en Miami, a favor de los derechos humanos de los migrantes o que escriben cartas y visitan sus representantes en el Congreso en un trabajo permanente de cabildeo. Me comentan que no es nada fácil cuando las grandes compañías hacen lo mismo para poder seguir con sus negocios pero con mucho más recursos.
Muchos militares de México y de otros países del Continente están entrenados en escuelas militares de EEUU. Cada año se organizan grandes protestas contra la «Escuela de las Américas» y otras escuelas militares. Muchos activistas han sido encarcelados por participar en este tipo de actividades. Este año, en noviembre, se dará una muestra de solidaridad sur-norte, ya que se van a organizar manifestaciones antimilitaristas en todo el continente en las mismas fechas que las que se darán frente a la «Escuela de las Américas».
Y yo, qué con todo eso?
En varias ocasiones fui invitada a hablar en Highschools (escuelas preparatorias) y universidades. A los niños y jóvenes les interesaba más mi propia historia. ¿Por qué decidiste tener esta vida? ¿Por qué te gusta? ¿No tienes esposo, hijos etc.? Otros preguntan, que pueden hacer ellos como jóvenes dentro y fuera de su país. En algunos colegios y universidades voy promoviendo la posibilidad de organizar delegaciones para conocer más directamente la vida de los indígenas en Chiapas.
En EEUU, a primera vista, todo es grande. Las carreteras, los carros, la gente… Luego se nota la abundancia, el uso de recursos sin pensar que sea agua, gasolina, teléfono, o la comida. Me imagino que es difícil que uno se muera de hambre, los pobres se alimentan con lo que otros dejan. «To have fun», divertirse parece de lo más importante. Mucha gente cuida su cuerpo, sea en grandes gimnasios o yéndose (¡en su carro!) a un lugar paracorrer o caminar. Muchos parecen trabajar nada más para tener dinero y gastarlo en diversión.
Una amiga activista dice: «La mayoría de los gringos viven en una caja, desde donde miran su trabajo, sus dólares, su diversión… Salir de esta caja, mirar el mundo implica actuar. Lo difícil es sacar a los demás de esta caja. Si lo haces muy rápido se asustan y regresan…»
Viniendo yo también de un país del primer mundo, me quedo con la gran tarea que también queda por hacer en el Norte, reconociendo que estamos en un mismo barco, llamado Planeta Tierra. ¿Qué hacemos y qué más podemos hacer? Una tarea compartida con mucha gente también en EEUU.