ENFOQUE: Violencia de género – Combatiendo otra pandemia
28/05/2020Actividades de SIPAZ (De mediados de febrero a mediados de mayo de 2020)
28/05/2020Los brotes de enfermedades afectan a las mujeres y los hombres de manera diferente, y las pandemias exacerban las desigualdades existentes entre las mujeres y las niñas, lo mismo que la discriminación en contra de otros grupos marginados como las personas con discapacidad y aquellas en situación de pobreza extrema..[1]
Durante los últimos meses, se ha vivido una situación sanitaria que ha permitido a muchas mujeres ocupar otros espacios de información, de divulgación, de liderazgo político, y de reflexión personal y colectiva.
Sin embargo, los cuestionamientos sobre la vulneración de sus derechos también continúan durante esta pandemia. Cuando los gobiernos de diferentes países anunciaron la necesidad de respetar un período de confinamiento, algunos organismos internacionales manifestaron su preocupación por el inevitable aumento de la violencia de género que esto provocaría, así como la amenaza que representa para muchas mujeres y niñas en México, América Latina y el mundo entero.
La Oficina Regional de la ONU Mujeres para las Américas y el Caribe informó que las mujeres, niñas y adolescentes, pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o de acceso a servicios de ayuda, principalmente si existen restricciones de la circulación o cuarentena. Además, las evidencias muestran que, evitar otros espacios alternativos al hogar, representa para las víctimas una amenaza más grande pues la casa es a menudo el lugar donde se producen mayores abusos y comportamientos violentos.
Si bien la violencia de género se manifiesta de muchas maneras, durante la pandemia hemos visto crecer los índices de violencia digital, de acoso a través de la red; hemos visto violencias que se refuerzan con el encierro, como las de los estereotipos de género en los que la mujer tiene toda -o casi toda- la responsabilidad de ocuparse de las tareas de la casa, de la educación de los hijos e hijas o del cuidado de las personas mayores; se habla de xenofobia, de violencia económica, de mayor amenaza y criminalización de las mujeres defensoras de los derechos humanos, de discriminación y falta de acceso a servicios de salud por parte de las trabajadoras sexuales; se habla de la vulnerabilidad de mujeres mayores, con discapacidad, con orientación sexual diversa, trans, que viven con VIH, migrantes, desplazadas y refugiadas, víctimas de conflicto armado, indígenas, afrodescendientes y rurales o que viven en asentamientos informales[2].
La paradoja gubernamental
En México, el aumento de la violencia de género se hizo notar en diferentes espacios geográficos, pero en un mismo espacio temporal: el mes de marzo, cuando fue lanzada a nivel nacional la campaña de #QuedateEnCasa. En estados como Oaxaca, el Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos” (GES Mujer), realizó un análisis en el que se habían registrado 16 muertes violentas de mujeres, de las cuales 7 ocurrieron durante el mes de marzo, cuando el confinamiento era voluntario, mientras que los otros 9 asesinatos tuvieron lugar cuando la cuarentena ya se consideraba obligatoria. Además, se registró un incremento del 26% en las llamadas de ayuda a mujeres según la organización. Así, en un periodo de no más de 4 meses, 36 mujeres habían sido asesinadas de manera violenta, 10 de ellas al interior de su casa[3].
En otras entidades como Chiapas, los registros indican que las llamadas de emergencia por incidentes como abuso y acoso sexual, violación, violencia de pareja y violencia familiar también se dispararon con 115 mil 614 llamadas, es decir, un promedio de 155 mujeres fueron violentadas cada hora[4]. La fiscalía General del Estado de Chiapas publicó en su informe de incidencia delictiva en Alerta de Violencia de Género un aumento de casos entre 2019 y 2020. Así, entre enero y marzo de este año se registró un total de 1.733 casos de los cuales 1.296 fueron por violencia familiar. Además, en el mes de marzo se registraron 706 delitos contra 540 documentados en el mes de febrero. Tapachula, Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas se posicionaron en los 3 primeros municipios con mayor incidencia[5].
Las evidencias se vieron confrontadas con la opinión del presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, quien aseguró que el supuesto aumento de la violencia de género durante el confinamiento no estaba sucediendo necesariamente en México. Esto con el argumento de que no se pueden aplicar los mismos parámetros utilizados en otras naciones para medir esta situación además de que en el país se vive un clima de “fraternidad”. Afirmó que no se está registrando un aumento de denuncias, aunque reconoce que las cifras podrían ser erróneas[6]. A estas declaraciones, respondieron decenas de organizaciones civiles y feministas quienes aseguraron que el no reconocer estas agresiones, normaliza la violencia contra las mujeres y las pone a ellas y a sus hijos e hijas en riesgo.
A la negación de la violencia de género, se suma la reciente decisión del gobierno federal de recortar los recursos destinados a las Casas de la Mujer Indígena y Afro mexicana (CAMIs), estructuras que operan a través de los subsidios del Programa de Derechos Indígenas que, a la vez, está a cargo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI)[7], mientras que otros servicios fueron calificados como esenciales. Desde esa perspectiva, las mujeres indígenas son incluso más vulnerables que las mujeres mestizas puesto que estas instancias son las únicas a las que tienen acceso desde su comunidad, además de que el apoyo otorgado es en su lengua y protege y acompaña a mujeres, adolescentes y niñas indígenas, ahí donde el Estado no llega.
El nacimiento de proyectos alternativos
No obstante, mientras algunas instituciones gubernamentales de apoyo a mujeres suspenden sus servicios de manera total o parcial, otros actores de la sociedad comienzan a movilizarse. Organizaciones civiles y colectivos feministas buscaron adaptar su trabajo para continuar ofreciendo apoyo psicológico o jurídico a distancia, incluso si esto representa un verdadero reto. Nacieron, pues, iniciativas de solidaridad, por y para las mujeres.
En la Ciudad de México, se realizó un mapeo por entidad, de todas las instituciones gubernamentales, colectivos y organizaciones civiles que están brindando apoyo a las mujeres, dando como resultado un documento digital accesible a aquellas que cuenten con algún servicio de internet: el Directorio feminista “El machismo no está en cuarentena” estructurado por la activista y feminista Estefanía Veloz, la abogada y periodista Frida Gómez y la asesora parlamentaria en el Senado de la República, Andrea Chávez.
En la región Sureste de México, organizaciones prozapatistas llamaron a una “Semana de acción global por la vida” en la que se invita a no abandonar, entre otras, la lucha contra la violencia del feminicidio. Este llamado tomó el lema de #ElEncierroNoMeCalla, con el que se convocó a participar en talleres, conversatorios, análisis, etc. sobre diversos temas, entre ellos la importancia de la perspectiva de género durante esta pandemia. Con este lema, académicas, activistas, líderes indígenas, abogadas, periodistas, psicólogas y otras especialistas se unieron para participar y visibilizar esta problemática histórica, pero desde el contexto sanitario actual.
Recientemente se lanzó otra campaña en redes sociales #AislamientoSinViolencia, coordinada por el Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca, el GESMujer, Ixmucane AC, Meraki, Tejiendo comunidad y la Red Por los Derechos Sexuales y Reproductivos Oaxaca[8], a la que se unieron sociedad civil, colectivos feministas e instituciones gubernamentales.
Otro ejemplo es el de las organizaciones defensoras de las trabajadoras sexuales quienes iniciaron una campaña de acopio donde participaron donadores particulares, así como la misma Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C para la colecta de medicamentos, víveres, alimentos, artículos de higiene personal, preservativos, etc. Además de que se solicitó al gobierno de la Ciudad de México el acceso al apoyo mensual para los y las trabajadores independientes.[9]
Es evidente que se debe continuar la reflexión sobre como la información y el apoyo hacia las mujeres durante esta pandemia pueden ser accesible a todas, no solamente a un tipo de mujer, sino a toda la diversidad que existe entre ellas; se debe pensar además en la integración y participación de un espectro más grande de la sociedad en la lucha contra la violencia de género. El acceso a la tecnología no es evidente para todas las mujeres que sufren violencia, mucho menos para aquellas que viven en condiciones de extrema pobreza, mujeres indígenas, mujeres con cualquier tipo de discapacidad o incluso que viven en las tres situaciones y que sufren todas las problemáticas.