En 2005, SIPAZ decidió ampliar su trabajo a los estados de Oaxaca y Guerrero, que junto con Chiapas, conforman los estados más pobres del Sureste mexicano y del país. En sendos lugares, encontramos las mismas causas estructurales que provocaron el levantamiento del EZLN en Chiapas: la marginación económica, social y política, la discriminación y el racismo labrado durante siglos de colonialismo interno y externo; la militarización, la represión y las violaciones a los derechos humanos. Para esas fechas, mientras la preocupación de la sociedad civil nacional e internacional se venía centrando sobre las tierras chiapanecas, en otros estados como Oaxaca y Guerrero las organizaciones sociales, campesinas e indígenas padecían amenazas, violencia y militarización sin tantas voces de denuncia y por tanto, con las puertas abiertas a la impunidad.
Si bien hoy en día, Oaxaca y Guerrero han ganado su propia visibilidad, matizada ciertamente por el hecho que la violencia estructural experimentada en los tres estados queda opacada mediaticamente por la violencia directa que padecen los estados del Norte del país, SIPAZ sigue viendo relevante el poder visibilizar las causas, consecuencias y respuestas a los conflictos socio-políticos para sensibilizar y movilizar a la comunidad local, nacional e internacional en la búsqueda de respuestas no violentas frente a los mismos. Más allá de la denuncia de contextos donde la represión sigue siendo una constante, vemos útil poder dar a conocer y propiciar a que se conozcan entre si procesos alternativos desarrollados en cada uno de estos estados.