2006
02/01/2007COYUNTURA: México – A un año de las elecciones del 2006
31/08/2007Cada día el estado de Chiapas sirve como salida, escala, retorno o destino final de centenares de migrantes. Al ser frontera sur de México, los emigrantes centroamericanos entran y pasan por el estado en búsqueda de una vida mejor hacia los Estados Unidos. Muchos de ellos son captados ahí por las autoridades mexicanas y son obligados a retornar a sus países. Otros logran avanzar más hacia el Norte. Al final, una pequeña parte logrará cruzar la frontera con los Estados Unidos, confrontándose con realidades muy distintas al «sueño americano» que les trajo hasta este país.
Un fenómeno más reciente, que ha crecido de manera exponencial en los últimos 5 años, es que los mismos chiapanecos también salen en grandes cantidades de sus pueblos y comunidades para buscar trabajo en otra parte del país o en los Estados Unidos.
Emigración mexicana hacia el Norte: un fenómeno que no es nuevo
Un ejemplo de ello fue el Programa «Bracero«, que inició en el 1942 cuando los Estados Unidos invitaron a trabajadores mexicanos para trabajar en el campo, debido a la escasez de mano de obra resultado de la Segunda Guerra Mundial. A petición de los agricultores se prolongó el programa hasta los años 60s.
«De 1942 a 1964, el Programa Bracero trajo un promedio de más de 200,000 trabajadores anualmente. La mayoría de braceros se concentraron en Tejas, California, Arkansas, Arizona y Nuevo México. Cuando se dio por concluido el programa bracero en 1964, fue bajo una nube de controversia y por consecuencia no se puso en su lugar ningún otro intercambio de trabajadores. Eventualmente el fin abrupto del programa trajo como resultado una nueva era de inmigración en gran medida ilegal desde México. La nueva era tuvo un comienzo lento en parte debido al crecimiento económico sostenido en México en la década de los años 60. También en 1965 México instituyó un programa de industrialización en la frontera que se conoce como el programa maquiladora, específicamente dirigido a crear trabajos para los inmigrantes despedidos. Sin embargo, para comienzos de la década de los años 70, se aceleraba nuevamente el movimiento de inmigrantes»(1).
Migración «sin papeles»
Al cerrarse el programa «Bracero«, y al no tener ya la posibilidad de trabajar legalmente (aunque sea de manera temporal) en Estados Unidos, empezó a crecer en forma cada vez más acelerada la migración de indocumentados. Actualmente, se calcula que hay alrededor de 12 millones de indocumentados latinoamericanos en los Estados Unidos, siendo más de la mitad mexicanos.
Estados Unidos ha tratado de contener el flujo de migrantes, dificultando su llegada y su permanencia en el país mediante medidas legales cada vez más severas y estableciendo una vigilancia de fronteras más estricta, reforzada con la construcción de muros. La policía de frontera creada en 1924, Border Patrol, ha sido acusada de múltiples violaciones de derechos humanos, incluyendo el asesinato de migrantes. Human Rights Watch describía así a este cuerpo en 1998: «Los informes muestran la inquietante imagen de una agencia fuera de control: docenas de personas muertas y heridas por disparos de la Border Patrol, violaciones de las políticas sobre uso de armas letales del Departamento de Justicia estadounidense, violencia sexual, palizas y maltratos a personas detenidas, y un código de silencio por el que los agentes se niegan a testificar contra sus compañeros y que provoca la virtual impunidad de los agentes, sean cuales sean sus acciones»(2). Por otro lado, en 2005 se creó Minutemen Project, grupo de civiles voluntarios armados que, considerando que el gobierno de EU no vigila la frontera como debería, se encargan de patrullar diversas zonas fronterizas para avisar a la Border Patrol cuando avistan a indocumentados tratando de cruzar a EU. Pese a que sus políticas prohíben cualquier contacto con los migrantes, han sido acusados de hostigar y de haber asesinado a varios.
Otra de las medidas tomadas por el gobierno estadounidense para tratar de frenar la migración ha sido la construcción de muros. Durante años han existido solamente en áreas urbanas (entre Nogales-Arizona, y Nogales-Sonora o entre San Diego, California y Tijuana, Baja California), pensando que limitar el paso a zonas más difíciles, áridas y poco pobladas, desanimaría a los migrantes. Sin embargo, las muertes al tratar de cruzar el desierto han crecido exponencialmente (ver gráfico). En 2006, se aprobó la construcción de un nuevo muro, que medirá 1.100 Km. y costará 49.000 millones de dólares. Llamado por algunos «el muro de la vergüenza» en referencia al muro de Berlín, ha provocado la condena de organizaciones de derechos humanos, ecologistas y por parte del gobierno mexicano.
Las leyes migratorias se responden siempre a intereses complejos, porque la economía de Estados Unidos depende en buena medida de la mano de obra barata que pueden proveer los indocumentados. La primera ley migratoria estadounidense data de 1790, y permitía la naturalización de personas blancas que llevaran más de dos años en el país. No fue hasta 1952 cuando se eliminaron las distinciones por raza de las leyes migratorias. En 2004, el presidente Bush propuso una reforma migratoria para facilitar la legalización de trabajadores temporales, que regresaran a sus países al terminar sus contratos (inspirado en el programa Braceros), frenando así la inmigración ilegal, combinada con medidas que reforzaran la seguridad en la frontera. La reforma finalmente aprobada en 2006 prevé la construcción del nuevo muro y convierte en delito grave, castigado con penas de cárcel, el hecho de permanecer en el país como migrante indocumentado.
Esta ley provocó la movilización de millones de latinoamericanos en Estados Unidos(3), incluyendo la huelga el 1º de mayo de 2006 y haciendo realidad la película de ficción de Sergio Arau «Un día sin mexicanos»: las implicaciones económicas, políticas y sociales de la presencia de 42 millones de latinos en Estados Unidos, ya la primera «minoría» en Estados Unidos (15% de la población total), no son despreciables.
La mayor vigilancia de la frontera, el endurecimiento de las políticas migratorias y la expulsión de indocumentados no acaban de frenar la migración pero ciertamente la hacen más peligrosa y cara (por la corrupción que conlleva). Los migrantes tienen que cruzar la frontera en lugares cada vez más difíciles y más peligrosos como el Río Bravo/Grande o el desierto de Arizona. Un ejemplo dentro de los miles que se podrían compartir para ilustrar esta tendencia: «En Ciudad Juárez hay unos túneles muy grandes, puedes entrar hasta en una bicicleta si quieres. Pero de repente abren una llave y sueltan agua, nos toco esa ocasión que soltaron agua y nos trajo por el rió. Eran cuatro personas, yo y otros tres, y uno tuvo que morir. Tuvo que morir ahogado en el rió y nosotros mirando que se estaba ahogando…»(4). Las temperaturas extremas en el desierto o la falta de agua cobran la vida de muchos otros.
El creciente fenómeno de la migración chiapaneca
Actualmente, 165 chiapanecos salen a diario del estado para buscarse una vida al «otro lado». El incremento de la migración ha sido cada vez más fuerte. Cerca de 300 mil (500 mil, según el Centro de Investigaciones Económicas y Políticas para la Acción Comunitaria, CIEPAC)(5) chiapanecos han salido a los Estados Unidos en los últimos 15 años, siendo la población en Chiapas de algo más de 4 millones. Las remesas han subido de 13.9 millones de dólares en el año 2000 hasta casi 800 millones de dólares en el 2006(6). La importancia de las remesas es evidente: en 2005 representaron 12 veces más ingresos que la producción de maíz, cuatro veces la venta de café, diez veces los ingresos del turismo, seis veces las inversiones públicas en sistemas de agua potable y 30 veces lo invertido en electrificación.
«Pero esas remesas que año con año se incrementan se han pagado a un precio muy alto. En promedio cada mes desde junio del 2005 arribaron a Chiapas siete cuerpos de chiapanecos muertos». (7)
Las zonas históricamente más expulsoras de migrantes en Chiapas han sido la Costa, el Socunusco y la Sierra, pero últimamente se emigra desde todo el estado. Cada vez más también los indígenas se van de su tierra, por que la agricultura ya no da para vivir. En Las Margaritas, un pueblo a la entrada de la Selva, se ven «agencias de viaje» con camiones que llevan a la gente directamente a la frontera norte: los llamados «tijuaneros» nombrados por la ciudad fronteriza con California en el norte de México.
Existe también un creciente fenómeno de migración interna: personas que se desplazan a trabajar en centros turísticos internacionales de Yucatán o Quintana Roo (en la construcción o en hostelería), a la Ciudad de México o, especialmente desde la zona Norte de Chiapas, al estado vecino de Tabasco, más industrializado. Muchas veces van a alcanzar a otras personas del mismo lugar de origen que ya están trabajando en otro lado y que les facilitan la entrada a una nueva realidad.
Los salarios en las ciudades tampoco son necesariamente muy altos (alrededor de 600 pesos, 54 dólares semanales), teniendo en cuenta los gastos que implica vivir en estos lugares. «En la comunidad la tierra te da, tienes qué comer y dónde vivir. En la ciudad todo es comprado, pagado.» (Testimonio de una mujer del municipio de Tila, zona Norte de Chiapas, que se desplaza para trabajar en Tabasco). Existe también históricamente una migración para trabajos agrícolas temporales, con condiciones de trabajo muy duras y bajos salarios. Para comunidades indígenas, cuya economía ha estado centrada en la producción para el autoconsumo, sigue viéndose como una oportunidad. La migración interna muchas veces será un primer paso antes de salir a los Estados Unidos.
Las dramáticas consecuencias de la migración
En lo económico….
Aunque en un primer momento las remesas constituyen una ayuda y un alivio para las familias que se quedan en el lugar de origen, no son una fuente de ingreso seguro, no erradican la pobreza ni contribuyen al desarrollo social: «Hasta ahora no están bien canalizados esos recursos, las familias chiapanecas no saben invertirlos y los usan como un paliativo, para salir de la crisis momentánea, pero vuelven a caer en deudas y la esperanza de que lleguen los otros 200 dólares»(8).
Otra consecuencia es que en pueblos donde todos antes tenían un nivel de vida similar, quienes reciben remesas tienen de pronto los recursos para cambiar su casa, comprar un carro u otros productos «de lujo». Esta escalada en el consumo anima a migrar a personas cada vez más jóvenes.
En lo social…
Los migrantes son en su gran mayoría hombres de 15 a 40 años. Dejan detrás de sí pueblos «fantasma» donde quedan solamente niños, mujeres y ancianos. En dos comunidades en Chiapas se realizó una investigación que desveló la existencia de 302 mujeres viviendo solas(9). Sus esposos se habían ido a los Estados Unidos. Algunas recibían todavía dinero de sus esposos, pero otras no, al haber formado sus esposos una nueva familia allá. La migración suele conllevar la desintegración de la familia. En ocasiones, aunque no siempre, ha permitido una mayor participación de las mujeres en los sistemas de gobierno comunitario.
También tiene consecuencias en la organización comunitaria. Existen comunidades indígenas, con mayor organización, donde se tiene claro que los migrantes retornados tienen que reintegrarse en la comunidad y se les ofrecen cargos para que no olviden cómo trabajar en colectivo. No todos aceptan.
En lo cultural…
Son probablemente las consecuencias más visibles. En el municipio de San Juan Chamula (Altos), por ejemplo, al lado de las más tradicionales chozas de madera y lodo se empiezan a construir casas de estilo californiano. Se observan cambios en la ropa, el lenguaje, la comida, el uso de drogas o el crecimiento (más que todo en el sur del estado) de las ‘maras‘ (pandillas).
En las zonas rurales, crece la inconformidad sobre la vida en la comunidad: hay quien empieza a opinar que es aburrida, que no hay nada para divertirse, que la comida es muy poco variada (frijoles, tortillas y pozol -una bebida de maíz- a diario), incluso quien quiere cambiar de nombre, de Xun, a su variante en inglés, John.
En las ciudades fronterizas, la violencia está aún más presente y se da todo tipo de tráficos ilegales (drogas, armas, personas, etc.)
México: frontera norte del sur de América
En toda Centroamérica, la migración también se ha convertido en la principal estrategia de sobrevivencia para amplios sectores de una población que buscan mejorar sus condiciones de vida o asegurar mayores oportunidades para las generaciones futuras. Varios países se encuentran en situaciones post-conflictivas, aún después de la firma de acuerdos nacionales de paz, en las que no se acaban de resolver las causas estructurales de los conflictos(10).
En Chiapas sigue transitando un flujo migratorio centroamericano cuyo destino final serán los Estados Unidos; pero también es una región de destino de relevancia, principalmente el Soconusco: atrae sobre todo a trabajadores agrícolas, trabajadoras domésticas, trabajadores en servicios, trabajadoras sexuales y menores migrantes. Estas posibilidades han ido decreciendo y la frontera sur de México se ha ido cerrando cada vez más.
Para los que pretenden ir más al norte, Chiapas es sólo un primer paso: «Te puedo decir que es mucho más duro, mucho más peligroso, mucho más difícil cruzar México que entrar a Estados Unidos. Cruzar México son 5,000 kilómetros de Chiapas a la frontera norte. Cruzar México sin papeles es algo muy terrible» (Testimonio de antiguo coyote(11)).
CIEPAC señala que, hoy en día, México aplica una estrategia diseñada en los Estados Unidos, que consiste en usar el estrecho del istmo de Tehuantepec (en Oaxaca) como tapón para detener y deportar a los migrantes Centroamericanos. Pero al mismo tiempo, por tratos con polleros o coyotes, las autoridades mexicanas reciben generosas «compensaciones» por dejar fluir el tráfico humano. El tráfico de seres humanos es la segunda actividad ilícita en México después del tráfico de drogas en términos económicos.
Para los migrantes centroamericanos, el peligro no empieza en la frontera norte de México sino en la del sur. Éste es un ejemplo, el de Alma, migrante hondureña: «Todos los días, todas las noches, decenas de migrantes centroamericanos rondan las calles de Tapachula a la espera de la partida del tren. Cuando las ruedas del convoy -la bestia, le dicen aquí- comienzan a moverse, los migrantes se trepan con la esperanza de llegar -tras largos días de viaje, cuyo éxito depende de las rutas, de los operativos, de la suerte- a la frontera norte. Por miedo o por precaución, el grupo de Alma decidió no trepar en Tapachula. Siempre acechando el paso del ferrocarril, los 15 hondureños viajaron de noche, esquivando los puntos donde había policías o delincuentes. En la frontera norte, ya se sabe, a los migrantes los mata el desierto. En la frontera sur, la gente. O los trenes. Alma y los demás llegaron apenas poco más allá de Huixtla, una semana después de haber salido de Honduras. Entonces, el tren pasó de nuevo. El grupo echó a correr para treparse a la máquina. (…) Alma estiró los brazos pero nunca alcanzó el duro metal. Fue entonces cuando, dice ella, el tren «la jaló». Alma apoya su narración en un ademán: dibuja en el aire una fuerza que quiso succionarla hacia la muerte. Alma cuenta que se lanzó hacia atrás, y quizá por ello de su pierna derecha perdió «sólo» 10 centímetros arriba de la rodilla. La izquierda desapareció casi por completo.» (12)
Necesidades básicas: causas estructurales detrás de la migración
Aunque cruzar las fronteras resulta cada día más peligroso, muchos eligen arriesgar su vida para trabajar ilegalmente, sin derechos, en otro país. Eso se debe en buena medida a la falta de opciones económicas en su país de origen y a la percepción en el ideario colectivo de los países del Norte como tierra de oportunidades, bienestar y opulencia.
En el caso de México, después de la caída del precio del café en 1989 y debido a los impactos negativos del Trato de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, entre México, los Estados Unidos y Canadá) en particular en el campo, se han reducido las posibilidades de trabajo para millones de mexicanos. Tan sólo entre 2000 y 2005, México perdió 900,000 empleos en la agricultura y 700,000 en la industria(13).
La marginación política, económica y social o la desigual repartición de la riqueza dentro de estos países y a escala mundial (diferencias entre Norte y Sur) afectan igualmente a México, Centroamérica y América Latina. A ésta de por si difícil situación habría que agregar una serie de catástrofes naturales (principalmente huracanes e inundaciones que han azotado parte de México y de Centroamérica en las últimas décadas) que acaban de expulsar de sus tierras a los migrantes.
Aunque Estados Unidos y México -y de forma paralela los países de Europa occidental- han estado endureciendo medidas físicas y legales contra la migración, éstas no logran detenerla y endurecen sus ya dramáticas consecuencias humanas. Si no se atienden las causas estructurales de la migración, la gente seguirá lanzándose a la que se muestra como única opción de supervivencia.
Notas:
-
Artículo publicado en el sitio Web de la Federal Reserve Bank of Dallas. (Volver…)
- Sitio web de Human Rights Watch (Volver…)
- Artículo sobre las protestas en Wikipedia (Volver…)
- Sitio Web de Indymedia Barcelona (Volver…)
- Las cifras varían justamente por el carácter ilegal de gran parte de esta migración. (Volver…)
- Chiapas migrante, artículo en estesur.com (Volver…)
- Chiapas migrante, artículo en estesur.com (Volver…)
- Chiapas migrante, artículo en estesur.com (Volver…)
- Chiapas migrante, artículo en estesur.com (Volver…)
- PALMA, Silvia Irene. Migración en la época de post-conflicto: vulneración de derechos de las poblaciones excluidas e impactos sobre la participación política. Project Counselling Service. (Volver…)
- Personas dedicadas al transporte clandestino de migrantes. Su nombre se debe a los altísimos precios que cobran y a su escasa fiabilidad, ya que a menudo abandonan a los pasajeros antes del lugar de destino. (Volver…)
- Artículo Migrantes: ¿Héroes o amenaza? en Adital (Volver…)
- Sitio web de Foreign Policy in Focus (Volver…)