Actividades de SIPAZ (De mediados de febrero a mediados de mayo de 2011)
29/04/2011ANÁLISIS: México, Cuestionamientos internacionales y nacionales por las consecuencias de la estrategia de lucha contra el narcotráfico
30/11/2011En los últimos meses, la situación de inseguridad y violencia que está atravesando México ha llevado a diferentes sectores de la sociedad civil a organizarse y manifestar su desacuerdo con la política gubernamental en la materia. A continuación queremos presentar dos de las iniciativas que más repercusiones han tenido, no sólo en los medios de comunicación, sino también en la agenda nacional: el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y la Caravana de migrantes «Paso a paso por la Paz».
Resuena el «¡Ya basta!»
«No más sangre» y «Estamos hasta la madre» fueron las exclamaciones detonadoras con las que nació un movimiento que en el poco tiempo que lleva, ha logrado un impacto inesperado a nivel nacional. Fue iniciado entre otros por el poeta Javier Sicilia, quien por su papel en la iniciativa ha sido percibido como su figura principal. El movimiento hoy conocido como Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (Movimiento) ha podido movilizar en poco tiempo, a miles de personas en contra de la estrategia del gobierno federal para el combate a la delincuencia organizada. Esta estrategia, desde principios de 2007 hasta la fecha, ha tenido como consecuencia más de 40 mil muertes, alrededor de 10 mil desaparecidos y comunidades enteras desplazadas por la violencia desatada. Si bien las muertes y los desaparecidos no pueden ser atribuidos en su totalidad a las fuerzas armadas o de seguridad pública, también es cierto que la política del gobierno federal en la percepción de muchos mexicanos ha empeorado la situación de seguridad en el país.
Fue «un muerto más» (en realidad, cada muerto es uno de más) en esta espiral de violencia, el que dio pie a este proceso, primero de movilización y después de organización. Pero a diferencia de la mayoría de los otros muertos, su nombre poco después sería conocido por la sociedad. Juan Sicilia se llamaba el joven asesinado el 28 de marzo en Cuernavaca (Morelos), junto con otros amigos suyos. Era hijo del poeta Javier Sicilia. Profundamente dolido e indignado, Sicilia padre escribió una carta abierta a los políticos y al crimen organizado, expresando el sentir de mucha gente harta de tanta violencia y de la negación del gobierno federal a cambiar su estrategia en el combate contra la delincuencia. Y cuando convocó a la sociedad civil a manifestarse en contra de esta violencia, el 6 de abril se sumaron decenas de miles de personas en varias ciudades de la República en apoyo a esta demanda. Del 5 al 8 de mayo, se realizó una marcha a pie desde Cuernavaca a la Ciudad de México, que culminó con una manifestación masiva en el Zócalo capitalino. El 7 de mayo, aproximadamente 25 mil Bases de Apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) juntos con adherentes a La Otra Campaña y gente de la sociedad civil marcharon en silencio en San Cristóbal de Las Casas (Chiapas), en solidaridad con este nuevo movimiento. En su saludo al movimiento al terminar la marcha, el grupo rebelde expresó que «hoy estamos aquí porque personas de corazón noble y dignidad firme nos han convocado a manifestarnos para parar la guerra que ha llenado de tristeza, dolor e indignación los suelos de México», condenando «que decenas de miles de personas han muerto en esta guerra absurda que no lleva a ninguna parte. «
El paso siguiente fue la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad a Ciudad Juárez (Chihuahua), actualmente considerada la ciudad más peligrosa y más violenta del mundo. Iniciada también en Cuernavaca el 4 de junio, la caravana motorizada cruzó varios estados y llegó el 9 de junio a la ciudad fronteriza. Diferentes testimonios de los eventos en el recorrido de la caravana dieron una muestra de que ésta logró que se acercara gente que había sufrido la pérdida de algún ser querido, pero que hasta ese momento no había sido políticamente activa. En Ciudad Juárez, se llevaron a cabo nueve mesas de trabajo: 1. Verdad y Justicia desde las víctimas; 2. Fin de la estrategia de guerra. Seguridad ciudadana con perspectiva de Derechos Humanos; 3. Corrupción e impunidad; 4. Raíz económica del crimen organizado; 5. Alternativas para la juventud y medidas para la recuperación y reconstrucción del tejido social; 6. Democracia participativa y representativa; 7. Enlace y organicidad del movimiento; 8. Reforma laboral. Desempleo y alternativas económicas; 9. Derechos y cultura indígena, migración y alternativas en el campo. Ahí también se firmó el «Pacto Nacional por un México en paz con justicia y dignidad».
Cabe señalar que las actividades y los planteamientos del Movimiento han tenido un carácter expresamente no-violento. El mismo Sicilia en varias entrevistas comentó que su inspiración se basa en los principios gandhianos de desobediencia civil y acciones no-violentas. Pietro Ameglio, integrante de Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) en México y persona vinculada con el movimiento, explicó: «La propuesta central es precisamente detener esta «paz armada» militarista y construir juntas y juntos otro tipo de paz: «con justicia y dignidad». […] Muchas tradiciones han apuntado que sin justicia (social y legal) y dignidad (en este caso empezando para las víctimas de la guerra) no puede existir la paz. […] Esta concepción de paz no es pasiva ni usa la violencia, sino que se basa en la idea gandhiana de «humanizar al adversario» (conociendo mejor el proceso constituyente de su identidad), la judeo-cristiana del shalom (no explotar al otro, reequilibrar las desigualdades económicas, sociales) y el principio humanista de «no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti».»
Por la magnitud de las movilizaciones y el eco que encontraron, incluso en los medios masivos, el gobierno federal tuvo que responder. El 23 de junio, se dio un encuentro en el Castillo de Chapultepec, en el que participaron el presidente Felipe Calderón y varios miembros del gabinete, así como varios de los representantes del Movimiento. Aunque los integrantes del movimiento contaron historias de dolor y sufrimiento por haber perdido a seres queridos, el jefe del Ejecutivo federal insistió en que su estrategia de combatir al crimen organizado era la única vía en este momento. En el encuentro se acordó un mecanismo de diálogo entre el movimiento y el gobierno que se concentraría en los temas de atención y seguimiento a casos de procuración de justicia, el sistema de atención a las víctimas, la revisión integral de la estrategia nacional de seguridad con énfasis en el fortalecimiento del tejido social, así como el impulso de mecanismos de democracia participativa y democratización de los medios. Posterior a la reunión con el gobierno, el movimiento sostuvo encuentros con los legisladores del Congreso de la Unión y tiene previsto reunirse con magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El Movimiento así habrá iniciado un diálogo con los tres poderes, hecho que por la corta existencia que lleva, podría ser considerado un logro significativo.
Sin embargo, las decisiones del Movimiento y declaraciones de sus integrantes también han provocado críticas de analistas y de quienes en un principio participaron en el mismo. La primera fricción que se dio al interior del Movimiento ocurrió después de concluirse la Caravana a Ciudad Juárez, en torno a la demanda sobre el retiro inmediato o no del Ejército de labores de seguridad pública y su regreso a los cuarteles. Había quienes, sobre todo en la ciudad fronteriza, argumentaron que con la llegada del Ejército en 2008 habían incrementado fuertemente la cantidad de asesinatos y desapariciones forzadas, y que por lo tanto el retiro de las fuerzas armadas debería ser inmediato. Otros dijeron que lo que para Ciudad Juárez podría ser la solución, en otros lugares y entidades podría empeorar la situación de la población y que por ello el regreso de los soldados a los cuarteles debería ser paulatino.
El punto más controvertido hasta ahora fue la decisión de dialogar con el gobierno. Los integrantes del movimiento que se opusieron a esta decisión consideraban que mientras el Ejército siguiera en las calles no habría condiciones para un diálogo con el Ejecutivo. La decisión a favor del mismo fue defendida con el argumento que éste no significaría avalar la postura del gobierno. En las reuniones de los integrantes del movimiento con representantes del gobierno federal y los legisladores que se han dado hasta mediados de agosto, muchos medios resaltaron que Javier Sicilia abrazara a éstos, un acto simbólico criticado por muchos. El propio Sicilia expresó que su intención era «tocarle el corazón, tocarle la conciencia, y no se logra sólo con el señalamiento o con la palabra dura». Y las voces que defienden al poeta, enfatizan que son precisamente estos actos que distinguen a él de la clase política, pues no es ni pretende ser un político, ni siquiera «el» representante de una sociedad civil organizada, sino que es en primer lugar el padre de una víctima de la violencia que socava al país, y luego un poeta y ciudadano que ha decidido involucrarse políticamente para poder generar un cambio.
En el encuentro con el Legislativo, una de las principales demandas del movimiento fue que el Congreso de la Unión rechazara la Ley de Seguridad Nacional propuesta por el Presidente. Esta propuesta de ley – como está redactada en el momento de escribir estas líneas – le otorgaría al jefe del Ejecutivo la facultad de ordenar al Ejército cumplir con tareas de seguridad pública en situaciones que representarían un «riesgo a la seguridad nacional», sin la necesidad de una decisión de los diputados o senadores al respecto. Al enterarse de que la Cámara de Diputados el 3 de agosto aprobó el dictamen de la reforma, el Movimiento decidió suspender el diálogo con el Legislativo por «traicionar su palabra» dada a los integrantes del movimiento. Los líderes de las fracciones parlamentarias se apresuraron en aclarar que lo que había sido aprobado se refería a la Ley de Seguridad Nacional en términos generales, pero que todavía había posibilidades de cambiarla en los puntos particulares. Pero para el Movimiento quedó el antecedente de que la palabra de su contraparte en este diálogo no podría cumplirse.
Aparte de los diálogos iniciados con los tres poderes de la Unión, el Movimiento ha mantenido su estrategia de movilizaciones. A finales de junio, una representación del movimiento visitó la comunidad purépecha de Cherán en el estado de Michoacán, que desde abril pasado ha tenido que organizar la seguridad de su pueblo y la defensa de sus bosques, ante la omisión de los gobiernos federal y estatal frente a la tala ilegal de árboles. El movimiento tiene previsto realizar el Primer Encuentro Nacional de experiencias en Seguridad Comunitaria en la comunidad michoacana para el intercambio de experiencias de defensa comunitaria de diferentes procesos, sobre todo de comunidades indígenas, frente a la omisión de las fuerzas de seguridad pública o su complicidad con el crimen organizado. Además, para septiembre está prevista una Caravana al Sur, en la que el Movimiento vendría a conocer la situación de los estados del sur, que por compartida la situación nacional en esta «guerra contra el crimen organizado» podría presentar las particularidades de la violencia y las violaciones a derechos humanos en lo local.
Las dificultades y los retos del Movimiento han sido y siguen siendo varios. Cabe señalar que no nació como un proceso orgánico, sino que ha unido tanto a víctimas y familiares de víctimas hasta entonces no articulados entre sí y poco politizados, como a organizaciones y personas con trayectorias en movilizaciones sociales y con una conciencia política formada durante años o incluso décadas. Además, no fue -y no es fácil- integrar las diferentes demandas de los varios grupos al interior del movimiento y construir una agenda común, puesto que para las víctimas la demanda central es la justicia, mientras otros priorizan el retiro inmediato del Ejército de las labores de seguridad pública. Aparte, la apuesta de algunos de poder generar los cambios a través del sistema político actual, podría llevar a un distanciamiento de los que no creen en esa posibilidad y que apuntan más a una posición de transformación profunda de las estructuras políticas, sociales y económicas. Sin embargo, hasta ahora el Movimiento ha logrado una cierta consolidación, que podría permitirle seguir jugando un papel en la definición de la agenda nacional.
Las caravanas de migrantes
Otra iniciativa civil reciente, que no vino solamente de la sociedad civil mexicana, pero que ha tenido fuertes repercusiones a nivel nacional, ha sido la de las caravanas de los migrantes. Con la participación de organizaciones civiles y familiares de migrantes centroamericanos y mexicanos, hasta la fecha se han realizado dos caravanas para visibilizar los riesgos y amenazas que enfrentan los migrantes en su camino a los Estados Unidos, en búsqueda de mejorar su situación económica. La primera caravana, denominada «Caravana Paso a Paso hacia la Paz», se hizo en febrero pasado, y en su camino por México coincidió con la discusión del Legislativo federal sobre una ley de protección a migrantes.
A la segunda caravana, iniciada el 24 de julio en la ciudad de Guatemala y que llevaba el mismo nombre como la primera, se sumaron aproximadamente 500 personas, de organizaciones civiles y familiares de migrantes de Honduras, El Salvador, Guatemala y México. Recorrió los estados de Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Veracruz y Puebla, para llegar a la Ciudad de México el 1 de agosto. En su camino siguió la ruta que los migrantes centroamericanos suelen tomar en su trayecto hacia los Estados Unidos, en vías de ferrocarril y con paradas en las casas de migrantes en los diferentes estados. Una de las principales demandas fue la exigencia de justicia para los migrantes que en territorio mexicano fueron asesinados, secuestrados o extorsionados. Otros crímenes de los que han sido víctimas los migrantes son la desaparición, las agresiones sexuales y la trata de personas. El conjunto de estos riesgos permite ver la dimensión del peligro que corren al cruzar el país para llegar al otro lado del Río Bravo.
En el Informe alternativo -que fue elaborado por los integrantes de la caravana-, destacaron «[e]stablecer un mecanismo legal de tránsito seguro, ya sea una visa transmigrante o la supresión de visas». Afirmaron que «[e]liminar la necesidad de cruce clandestino es la única manera de asegurar una disminución drástica de las agresiones y violaciones que se cometen contra la población migrante. Alzamos un desesperado YO ACUSO en nombre de los 20 mil migrantes secuestrados cada año, gente de El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Cuba, y también mexicanos, que tienen nombre, rostro, sueños y familias que no cejan en buscarlos, que no renuncian a la esperanza de encontrarlos vivos, que no se conforman con excusas oficiales».
En el transcurso de la caravana, ésta fue visitada por el Relator Especial para Trabajadores migrantes y sus familiares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Felipe González, quien pudo conocer de viva voz las historias de quienes por diferentes motivos se ven obligados a migrar. El Relator calificó de «verdadera tragedia humanitaria» lo que le fue compartido. Reconoció que con la nueva Ley Migratoria se han dado algunos avances, pero también hizo recomendaciones al gobierno mexicano para garantizar la protección de los migrantes en su paso por México.
Camino andado… Y el camino a seguir…
Ambas iniciativas aquí presentadas han logrado incidir en el debate nacional, la caravana «Paso a Paso» en la causa de los migrantes, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en visibilizar las víctimas y los costos sociales de la actual estrategia de combate a la delincuencia organizada. Han mostrado capacidad de movilización en torno a sus respectivos temas, además se han solidarizado mutuamente con la causa de la otra iniciativa, respectivamente. Sin embargo, los logros en clave de poder alcanzar cambios en la política gubernamental hasta ahora han sido pocos, aunque esto se debe menos a estas movilizaciones de la sociedad civil que a las posturas del gobierno y sus alianzas en el Congreso.
En cuanto a la caravana «Paso a Paso», no hay actividades anunciadas en inmediato, por lo tanto es difícil prever su andar e impacto en el futuro. En cambio, para el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad hay una agenda prevista, que incluye tanto actividades al interior de la sociedad civil, en particular la Caravana del Sur, como el seguimiento del diálogo con el gobierno federal y el Legislativo. Bien podría ser que la llegada del Movimiento al sur del país lo fortalecería y ampliará la mirada a otros problemas locales, que también se insertan en el contexto de la actual estrategia gubernamental vinculada a la seguridad. Sin embargo, está por verse si las próximas movilizaciones lograrán seguir influyendo en la agenda nacional y alcanzar cambios, o si a un año de las próximas elecciones federales las candidaturas y campañas electorales dominarán por completo el debate político en México.