Actividades de SIPAZ (Febrero – Abril de 1997)
30/04/1997ANALISIS: Reescribiendo la Historia
31/10/1997ENFOQUE: La Reconciliación: Una oportunidad a la Paz / En Chiapas predomina una cultura de la intolerancia … / «Los Abuelos oran a la madre tierra … por la unidad de todos …»
La Reconciliación: Una oportunidad a la Paz
INTRODUCCIÓN: Una realidad lacerante
En México, a lo largo de todo el territorio nacional la polarización como fenómeno social se ha ido agudizando cada vez más. En cualquiera de los aspectos en que a la sociedad mexicana se vea, se podrá observar un abismo doloroso cada vez mayor entre los diferentes grupos o sectores de la población. Ya sea por ideas políticas o situación económica, por el origen racial e incluso por las ideas religiosas. Lo grave de esto, es que se ha ido haciendo casi regla popular, el que no se pueda ser diferente y convivir o trabajar en lugares o proyectos comunes. Y más aún, se han ido generalizando las formas violentas de expresar el rechazo a quienes piensan, creen y viven diferente, llegando incluso hasta la muerte.
Chiapas es quizá una de las muestras más significativas a nivel nacional de este fenómeno. Los niveles de violencia ocasionados por diversos hechos, entre los que se podría mencionar las divisiones políticas, pugnas por el poder local, viejos y nuevos problemas agrarios, intolerancia religiosa, etc., han alcanzado ya cifras alarmantes. Tan sólo en lo que va del año se han registrado ya alrededor de medio centenar de muertos.
Estos acontecimientos y otros igualmente preocupantes: como el congelamiento de los diálogos de Paz; el debilitamiento de las instancias de mediación; la falta de voluntad de autoridades para promover espacios de negociación; la carencia de instancias civiles alternativas que desarrollen formas creativas para revertir esta dinámica de violencia; las maneras cada vez más frecuentes y menos humanas de enfrentar los conflictos, etc., nos han hecho reflexionar y buscar de qué manera podemos animar a los actores a no claudicar en la búsqueda de formas pacíficas para enfrentar sus diferencias.
Al igual que muchos actores importantes en el escenario chiapaneco y nacional, que valoran la situación como sumamente grave y peligrosa, con focos rojos en diferentes partes, consideramos que es de vital importancia y de gran urgencia fortalecer de una manera creativa, los mecanismos políticos para encarar los conflictos que vive el estado y la nación.
Es por eso que en SIPAZ, en el deseo de apoyar cualquier esfuerzo de Reconciliación y de Paz, hemos decidido abrir en nuestro informe trimestral, un nuevo espacio en donde se recojan experiencias de distintos ámbitos de la vida chiapaneca (social, cultural, política, religiosa, etc.) en donde ante diferencias o conflictos entre grupos o comunidades se esté optando y con buenos resultados por la vía de la negociación y el diálogo. Han sido varias las experiencias que mediante este estilo han ido avanzando significativamente en los niveles de acuerdos mínimos, de tolerancia y de convivencia entre partes encontradas.
El camino de la Paz pasa por la reconciliación
Consideramos que la Reconciliación sostenible y profunda en esta sociedad cada vez más dividida es una tarea de largo plazo y que nos debe involucrar a todos, y no sólo a las distintas autoridades o actores que representan al pueblo.
Creemos que la perspectiva religiosa y de las Iglesias es un campo privilegiado para promover valores humanos que se fundamenten en el respeto a la persona. No deben prestarse las Iglesias al juego de convertirse en factores de desunión, y menos aún de confrontación.
«El mensaje de Cristo no habla de teorías sino de cosas bien concretas. Se trata de unir nuestros esfuerzos con hombres y mujeres conscientes de la urgencia de la Reconciliación, la Paz y la Justicia. Despojándonos de intereses denominacionales o partidistas, ver a la persona humana, a nuestros pueblos con compasión.»
– Abdías Tovilla, asesor jurídico del Comité Estatal de Defensa Evangélica de Chiapas, CEDECH.
El lenguaje y las doctrinas religiosas están llenos de valores que podrían ser sustancialmente elementos de respeto y tolerancia de los demás, especialmente los más pobres y sufrientes. Así lo expresaron los Obispos que visitaron Chiapas en los primeros meses de este año:
» La fe en Cristo resucitado concretamente implica ayudar al desprotegido y no cometer injusticias, compartir lo propio y no hacer daño a nadie, optar por el perdón y los métodos pacíficos y legales y no por la violencia y la venganza, valorar a los pequeños y evitar discriminaciones y racismos «.
– Declaración de la Comisión de Obispos para la Paz y la Reconciliación en Chiapas, No. 8
El proceso de Paz es algo que se construye paso a paso, atendiendo a una serie de consideraciones estructurales y coyunturales. No es algo que se consiga aplicando una fórmula mecánica. Ni es algo que se obtiene con la sola firma de unos acuerdos. Especialmente en donde el tejido social ha sido tan fracturado y dividido, como es el caso chiapaneco.
Lo verdaderamente profundo del proceso de construcción de la Paz, es el proceso de Reconciliación, es decir, el restablecimiento y la reconstrucción de una serie de relaciones sanas, horizontales y verticales entre todos los actores, que les permitan hacer que los centros de población sean «verdaderas comunidades y no simples caseríos».
Es necesario ir sentando bases firmes, que sean señales positivas que hablen de una verdadera voluntad de los actores por resolver los conflictos por medios pacíficos.
Sentando las bases de la Paz
En el caso de Chiapas varias personas han expresado cuáles serían esas condiciones mínimas que posibiliten, en este caso, la reanudación del Diálogo de Paz, y al mismo tiempo abonen la tierra para la recreación de la convivencia social. Muchas de ellas han coincidido en lo esencial. Ustedes podrán conocer las de la CONAI en la Actualidad de este informe y la del senador priísta Pablo Salazar integrante de la COCOPA.
Si no se atiende a lo mínimo como algo elemental para avanzar en la resolución del conflicto, difícilmente se podrá llegar a acuerdos eficaces. Más aún, si no se atiende al nivel de las relaciones y se insiste sólo en la firma de documentos y cambios impulsados unilateralmente, se puede entrar en situaciones que resulten ineficaces y hasta ofensivas para una de las partes. Esto es algo que hemos venido viendo en las primeras fases de este Diálogo (mesas 1 y 2), en donde las partes firmaron los primeros acuerdos, mismos que 17 meses después no se han cumplido, o en donde el gobierno del estado ha comenzado a implementar unilateralmente una serie de medidas supuestamente para cumplir con los Acuerdos de San Andrés. A nivel internacional el caso de Palestina e Israel es un ejemplo claro de esta situación. John Paul Lederach, Director del Programa para la Construcción de la Paz, de la Universidad Menonita del Este, insiste constantemente en esta idea como clave en la visión de largo plazo para la transformación de conflictos: «Debemos empezar a entender que la firma de los Acuerdos de Paz no son el punto final, sino el punto de partida de un largo proceso de Reconciliación al que todos deben aportar constructivamente.»
Así como no hay fórmulas mecánicas que nos permitan alcanzar la paz, tampoco hay fechas mágicas que lo consigan. Tal ha sido el caso de la firma de los primeros acuerdos el 16 de febrero de 1996, o la liberación de los presos acusados de ser zapatistas, o la conformación de la Comisión de Seguimiento y Verificación, o incluso las elecciones pasadas del 6 de julio. Si bien son hechos que permiten avanzar, y que pueden influir sustancialmente, no depende de ninguna de ellas en sí mismas la construcción de la paz.
Al mismo tiempo se hace necesaria una gran transformación que esté apoyada en una nueva mentalidad que nos permita cambiar las relaciones y ver al otro como igual y diferente al mismo tiempo. Esto sería crear una cultura diferente, una cultura que posibilite la paz.
«Una cultura que nos enseñe que ser diferentes no nos debe llevar necesariamente a la confrontación. Que posibilite espacios de diálogo que permitan alcanzar acuerdos mínimos de respeto y tolerancia, aunque esto no sea todavía la Reconciliación «
– Elizabeth Polito, integrante de la Comisión para la Unidad y la Reconciliación Comunitaria-CORECO
Un esfuerzo de esta naturaleza nos permitiría en el principio «humanizar el conflicto» como expresó el senador Salazar. Ya que la vida en Chiapas hoy se rige por la violencia y la intolerancia. Este esfuerzo debe contar con el apoyo de todas las fuerzas sociales y políticas, de las iglesias, de todos los sectores de la población.
Los primeros pasos
Varios han sido los esfuerzos que se han venido dando en esta dirección. Queremos recoger algunos ejemplos que en los próximos números iremos profundizando. Sin duda la más pequeña experiencia de resolución de un conflicto por la vía del diálogo nos puede enseñar algo.
En el campo religioso, desde hace casi dos años líderes de distintas denominaciones se han venido reuniendo en el Concejo Interreligioso de Chiapas, no solo para ayudar a la solución de conflictos que tienen matices religiosos, sino a mostrar a sus bases que se puede pertenecer a distinto credo religioso y al mismo tiempo trabajar juntos y convivir como iguales.
Así mismo, se promovió en abril pasado un encuentro ecuménico al que asistieron pastores, religiosas y laicos de diferentes iglesias cristianas de los Altos y la Selva. De este encuentro salió el compromiso de hacer un segundo en septiembre para seguir reflexionando cómo las iglesias y agrupaciones religiosas pueden apoyar procesos de reconciliación en las comunidades.
«Estamos convencidos que la Vida de la Palabra de Dios nos ayuda a ser constructores de Paz, de ello han dado testimonio muchos de nuestros hermanos que, antes de dejarse llevar por venganzas… han antepuesto el mandato divino del amor y del perdón a quienes les ofenden. «
– invitación al II Encuentro Ecuménico por la Paz y la Reconciliación en Chiapas.
En el nivel político también se han dado experiencias interesantes entre las que se cuentan la del Consejo Municipal de Ocosingo, en donde los que gobiernan fueron electos en Asamblea Municipal como representantes de diversas organizaciones, grupos y partidos de todo el municipio. Esta será una de las experiencias que en los números siguientes abordaremos.
En el nivel social ha habido esfuerzos muy importantes entre las organizaciones, para tratar mas allá de sus diferencias, de encontrar una agenda común que les permita alcanzar sus metas. Aunque también ha habido grandes desencuentros que han desgastado los ánimos por seguir buscando la unidad en medio de la diversidad. Gaspar Morquecho, antropólogo, en uno de estos eventos, refirió: «No nos desanimemos por ser pocos los presentes, finalmente la historia de Chiapas ha sido de encuentros y desencuentros».
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Entrevista con Pablo Salazar:
«En Chiapas predomina una cultura de la intolerancia»
Pablo Salazar es senador del PRI, integrante de la COCOPA, chiapaneco, y miembro de la Iglesia del Nazareno. Además del interés que reviste este conjunto de atributos, se trata de una persona honestamente preocupada por buscar una solución al conflicto de Chiapas. Dentro de la COCOPA, se ha caracterizado por mantener una postura abierta, independiente, «obedeciendo a su conciencia», como él dice.
Entrevistado a fines de junio en su oficina de Tuxtla Gutiérrez, compartió con SIPAZ sus impresiones sobre la actual coyuntura, el papel de los principales actores, y sobre las condiciones que permitirían destrabar el proceso de negociación con el EZLN.
Salazar opina que la COCOPA sufre el peor deterioro desde su creación, ya que ha perdido el grado de confianza que en otros tiempos había ganado tanto del gobierno federal como del EZLN. Ese deterioro afecta también las relaciones al interior del organismo, donde se había construido en estos dos años un verdadero clima de compañerismo y colaboración mutua.
«Hoy hay opiniones personales de los miembros, pero no la fuerza como órgano para superar la crisis. El consenso que en otras épocas le permitió avanzar, hoy frena su capacidad de iniciativa, pues opera como un veto».
El senador considera que para que el EZLN vuelva a la mesa de negociación, el gobierno debería dar «señales consistentes, que vayan en un solo sentido» de su voluntad de atender las causas de raíz que originaron el levantamiento indígena: ellas son la identidad y los derechos de los pueblos indígenas.
Lamentablemente, según Salazar la crisis actual del proceso se agudiza por las señales contradictorias del gobierno: mientras por un lado se nombra a un nuevo delegado para el Diálogo, por otro se sigue incrementando la presencia militar en la zona de conflicto, «lo que no se justifica, puesto que en esa zona no se ha disparado un tiro desde hace tres años».
Sostiene concretamente que para destrabar la crisis del Diálogo deberían cumplirse estas condiciones:
- que el gobierno federal retire su contrapropuesta de ley para incluir en la Constitución los Acuerdos de San Andrés sobre derechos indígenas;
- que se mantenga la propuesta de la COCOPA como único documento (el cual ya fue aceptado por el EZLN);
- que el EZLN exprese públicamente su voluntad de reanudar el Diálogo sobre la base del proyecto de la COCOPA;
- que el ejército federal reduzca sensiblemente la densidad de su presencia en la zona de conflicto;
- que se busque una solución integral al conflicto de la zona Norte. Esto supone una mesa de negociación con la presencia de todos los actores involucrados, que además sea multitemática, es decir, que aborde todos los aspectos del conflicto, inclusive el religioso.
Respecto al conflicto de la zona Norte, Salazar señala:
«la COCOPA propuso la creación de una mesa regional o de coyuntura, después de visitar la zona y escuchar las propuestas de todos los actores. Lo paradójico es que las dos partes -«Paz y Justicia» y los perredistas/zapatistas- manifiestan que quieren la paz, que están cansados de tanta violencia, de matarse entre sí de manera tan absurda y cruel. La voluntad de las partes está: unos y otros presentaron sus propuestas de pacificación. Pero yo creo que no logramos acertarle a la estrategia».
El senador se muestra crítico respecto al papel del gobierno del estado en este conflicto.
«Ellos insisten en negociaciones intercomunitarias, que ya han fracasado reiteradamente. Y presentan objeciones puramente formales para impedir que las instancias federales -Coldwell, la COCOPA- intervengan en la solución al problema de la zona Norte».
Asimismo, considera negativo y peligroso que los militares estén asumiendo cada vez más tareas que son propias de las instituciones civiles: asistencia social, mediación, distribución de recursos, vigilancia, etc.
«Esa realidad, más que hablar bien del ejército, habla mal de las instituciones civiles, que no están asumiendo su responsabilidad, sino delegándola en el poder militar».
Refiriéndose al problema de la polarización y división crecientes al interior de las comunidades indígenas, Salazar no oculta su preocupación al afirmar:
«En Chiapas vivimos en una cultura de la intolerancia. Intolerancia política, racial, social, religiosa. Todos analizan la realidad en términos maniqueos, de buenos y malos. Nadie está trabajando en Chiapas por construir una cultura de tolerancia. Pero cualquier conflicto debe pasar por la reconciliación. Yo quiero ser optimista respecto al papel que pueden jugar las Iglesias en ese proceso. Lamentablemente, en la zona Norte hay actores que, pudiendo ser parte de la solución, han optado por ser parte del conflicto».
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Entrevista con Juan López Lunes, Comunidad Plan Río Azul, Municipio Las Margaritas
» Los Abuelos oran a la madre tierra y al padre sol por la unidad de todos…»
» Y entonces llegaron a la comunidad los partidos y las iglesias y comenzaron las divisiones, las provocaciones y las confrontaciones. Nosotros en las Regiones Autónomas Pluriétnicas RAP, buscamos la reconciliación, porque sabemos que tenemos nuestro pensamiento y es que debemos reconciliarnos, ser humildes para ver que tenemos la bondad de convivir con ellos, porque tenemos el corazón puesto en la tierra y en el cielo, y así nuestros hermanos tienen que aprender poco a poco. Esas divisiones redujeron al mínimo la convivencia entre la gente. Incluso los jóvenes no eran capaces de jugar fútbol juntos y entonces dividieron el campo de juego. Y así llegaron a ser los que más se resistían a reanudar las relaciones. Los mayores buscaron muchas formas de acercar a la gente y no fue fácil lograr avances.»
«Un día los abuelos decidieron hacer una fiesta simbólica que incluyera a todos según sus tradiciones. Las fiestas en general se realizaban un día que se conmemoraba a un santo. Cada grupo preparaba sus cantos y oraciones, sus comidas, etc. La fiesta incluyó un encuentro deportivo en el que la cancha se tuvo que ampliar. Se abrió el espacio para la convivencia y después se fue dando para hablar y analizar los problemas de la comunidad.»
«No fue un trabajo fácil. Son muchos los rencores que nos han sembrado los enemigos. Sobre todo los ricos, los del poder nos han sembrado un odio entre nosotros por la militancia partidista que se inculca incluso en las escuelas.»
Los abuelos y ancianos de la comunidad han jugado un papel muy importante en el restablecimiento de las relaciones. Ellos son quienes más han insistido en mantener las tradiciones más antiguas y las que según ellos son las que los pueden ayudar a salir de los conflictos. Ellos encabezan las ceremonias y las oraciones con las que piden a la tierra y al sol para que terminen los odios y vuelvan a encontrarse en comunidad.
«Nuestros abuelos, los que viven todavía, tienen que hacer ceremonias para que se logre la Reconciliación. Tienen que orar y pedir a la madre tierra y al padre sol para que la comunidad se mantenga unida. Ellos no están de acuerdo con la violencia ni el atacar a nuestros hermanos.»
Hoy, todos colaboran en la construcción de la comunidad. Se respeta los días sábados y domingos por motivos religiosos de diferentes grupos. Los trabajos comunales, en los que todos participan, se planean de lunes a viernes. Hay en la comunidad distintas filiaciones o simpatías políticas: priístas, de organizaciones y zapatistas. Todos hacen su trabajo comunal juntos.