2009
29/01/2010ACTUALIDAD: Severos cuestionamientos a México en materia de derechos humanos
31/03/2010Desde hace varias décadas ha corrido mucha tinta sobre la frontera Norte de México colindante con Estados Unidos por 3.326 kilómetros, debido a distintos fenómenos que se desarrollan en esta parte del país, incluyendo la migración (legal e ilegal) así como todos tipos de tráficos igualmente legales o no.
Más invisibilizada hasta hace poco, la frontera Sur de México es de 1.139 kilómetros, de los cuales 962 son compartidos con la República de Guatemala y 176 con Belice. Colinda con los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. Después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos buscó reforzar su seguridad interna y presionó a México para que ejerciera mayor control sobre dicha frontera. A partir de esta fecha sin embargo, se han incrementado los problemas fronterizos, así como el interés por esta situación alarmante por parte de periodistas, investigadores y activistas.
En un primer nivel de paralelismo entre las dos fronteras, llama la atención como la situación vivida principalmente por centroamericanos en la frontera Sur se asemeja a la vivida por los mexicanos en su paso hacia Estados Unidos. De igual modo comparten peligros y pueden ser víctimas de secuestros, robo, caer en redes de trata de personas o del narcotráfico, ser deportados o hasta perder la vida.
Migración legal: opciones limitadas para muchos
La frontera Norte, que separa México de los Estados Unidos, es una de las más transitadas en el mundo. Se calcula que anualmente pasan alrededor de 250 millones de personas de manera legal por esta frontera. En el caso de la frontera Sur, el Instituto Nacional de Migración (INM) estima que más de 2 millones de migrantes cruzaron la frontera Guatemala-México en 2004, de ellos 400.000 eran centroamericanos sin autorización para entrar al país.
Para los guatemaltecos existe la Forma Migratoria de Visitante Local, que da acceso al territorio mexicano hasta 100 km de la frontera. Además existe la Forma Migratoria de Trabajador Fronterizo para quienes pueden demostrar que cuentan con una oferta de trabajo y que beneficia exclusivamente a guatemaltecos y beliceños que viven en regiones cercanas.
De un mismo modo, existe en el Norte el «Border Crossing Card» (Tarjeta de Cruce de Frontera) mejor conocido como «Visa Láser», una visa reservada a los mexicanos que les da permiso de cruzar la frontera por tierra. Uno de los requisitos para poder tramitarla es tener lazos económicos muy fuertes en México, buscando asegurarse que la persona regresara a su país de origen.
Los indocumentados representan en todo caso una amplia mayoría de los casos en ambas fronteras. Entre 2000 y 2009 el promedio de mexicanos que entraron sin papeles a los EEUU fue 220.000. Se estima que representan un poco más de la mitad del total de los indocumentados en este país.
Control de la migración ilegal en EEUU y México
Para intentar contener la migración, los Estados Unidos han iniciado en 1994 la construcción de un muro en la frontera. Actualmente, existen tramos del mismo en California, Arizona, Nuevo México y Texas. Cuentan con bardas de contención, iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos de visión nocturna conectados a la policía fronteriza estadounidense (Border Patrol), así como vigilancia permanente con camionetas todo-terreno y helicópteros artillados. Se creó también un grupo de ciudadanos estadounidenses en 2005 para «disuadir» la migración, el llamado proyecto Minuteman, que ha llegado a tener la fama dudosa de «cazar migrantes».
Desde entonces las rutas han cambiado e implican cruzar por lugares más difíciles y peligrosos, como el Río Bravo o a través del desierto. Cada año mueren aproximadamente 500 personas por deshidratación, frío, ahogándose o por simple desgaste.
«…. Depende la ruta donde te llevan, hay caminos cerca, si quieres arriesgar la vida hay camino de una hora, hay de dos días y de una semana. Yo tengo un conocido, de otra comunidad, que al pasar el desierto no aguantó, él murió, la migra de allá encontró su cuerpo; y la familia no quiere creer que su hijo ha muerto.1«
Por otro lado, la frontera Sur es cruzada por miles de centroamericanos y sudamericanos que tratan de alcanzar la frontera Norte y una opción laboral en Estados Unidos. Cruzarla no representa tanto problema como el superar las vicisitudes que tendrán que enfrentar a lo largo del territorio mexicano. En cierto sentido, pareciera que México, por lo menos hasta la capital, se ha convertido en una zona fronteriza con retenes de migración y mucha vigilancia.
Los mexicanos tienen en principio libre tránsito dentro de su país, por lo tanto ellos pueden viajar sin limitaciones a la frontera Norte. Sin embargo, se ha denunciado un número creciente de casos en los que mexicanos (en particular de sectores vulnerables como las mujeres, los niños o indígenas) son víctimas de las mismas injusticias que los centroamericanos encuentran en el camino.
Como las rutas para cruzar en el Norte han cambiado, igualmente en el Sur han ido cambiando dependiendo de los peligros, las posibilidades y la vigilancia. En territorio mexicano, el tránsito se realiza principalmente por el ferrocarril a través de trenes de carga en los que los migrantes intentan subir cuando ya están en movimiento. Quienes cuentan con los recursos suficientes podrán usar transportes públicos o particulares. Otros optan por los «caminos de extravío», es decir, los caminos de terracería aledaños a las carreteras para evitar los puntos de revisión de las diferentes corporaciones policíacas y del Instituto Nacional de Migración.
En la vía del tren ocurren numerosos accidentes y asaltos. En los caminos de extravíos se cometen robos y homicidios. En el autobús, el/la migrante es presa fácil de los diferentes controles ubicados en el camino. Independientemente de los medios, los migrantes se encuentran generalmente indefensos ante los actos de delincuencia, abusos de autoridad, de extorsión o de violación a sus derechos humanos.
Redes de tráfico de migrantes: Polleros, Raiteros, Secuestradores y Trata de Personas
Muchos indocumentados contratan a una persona para que los lleven. En el Norte existen transportistas de indocumentados llamados «raiteros» que suelen recogerlos en la frontera o en una de las ciudades fronterizas, en el mejor de los casos hasta su destino final.
En el Sur, estos guías son mejor conocidos como «polleros«. Actualmente el costo del viaje con un pollero desde Guatemala hasta Estados Unidos va de 45.000 a 50.000 quetzales (80.000 pesos mexicanos; entre 3.500 y 5.000 USD). A pesar de representar grandes cantidades de dinero (en particular para los migrantes que de por sí están en busca de una opción de trabajo), los polleros los suelen transportar en pésimas condiciones, haciéndoles correr el riesgo sufrir asfixia o deshidratación. En el peor de los casos, los polleros pueden resultar delincuentes o asaltantes. Una vez recibida la remuneración, abandona al migrante a su suerte, o bien, terminan su labor robándole la totalidad de sus pertenencias o atentando contra su vida.
Integrando datos de todo el país, el Informe Especial sobre Secuestro a Transmigrantes (junio de 2009) por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos estimó que 10.000 migrantes fueron víctimas de secuestros en el primer semestre de 2009, lo que dejó ganancias por 25 millones de dólares al crimen organizado. En muchos casos se ha reportado que los secuestros son realizados por los zetas, organización ligada al narcotráfico, quienes piden a las familiares grandes sumas de dinero para dejarlos en libertad.
Un migrante salvadoreño daba el siguiente testimonio:«Ya íbamos arriba el tren y delante de Ixtepec estaban los zetas. (…) Se subieron al tren y decían que nos bajáramos, y nos llevaron. En donde nos encerraron había más de 150 personas, a todos nos amarraron, los zetas nos pidieron 3.500 dólares para soltarnos y pasar al otro lado, pero nos dieron maletas llena de droga para que las pasemos. Yo llegué desnutrido porque sólo te dan un tiempo de comida»1.
Otra dimensión del tráfico con migrantes tiene que ver con el hecho que México es un país importante de origen, tránsito y destino de personas que son sujetos de trata de seres humanos para la explotación sexual comercial y/o el trabajo forzado. Se reporta que en México más de 500.000 personas son víctimas de explotación sexual y de ellos unos 16.000 son menores de edad.
En un estudio sobre Tapachula, ciudad fronteriza con Guatemala, se identifican como principales víctimas a niñas de entre 13 y 17 años, provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador. Se les explota principalmente en los bares y centros botaneros. No sólo se trata de explotación sexual, se denuncian prostitución de menores, pornografía infantil, esclavitud, trabajo forzoso, trabajo forzoso de menores, prácticas semejantes a la esclavitud, trata para extracción de órganos y trata para mendicidad.
Feminicidios: fenómeno creciente
En este contexto de extrema violencia, en particular para las mujeres, se ha acuñado el término de «feminicidio» al asesinato masivo de mujeres sólo por ser mujeres, refiriéndose a las aproximadamente 1060 mujeres asesinadas en la frontera México-EU en Ciudad Juárez, justo al otro lado de El Paso, Texas, a partir de inicio de los ’90. Se ha reportado que en 2009 fueron 388 casos, casi todas mujeres jóvenes, torturadas o violadas antes de ser abandonadas en el desierto.
En el caso de Chiapas, existe también información alarmante: según el Colectivo de Mujeres de San Cristóbal, de acuerdo con una primera lectura de las estadísticas de violencia en el estado, Chiapas ocupaba el primer lugar en feminicidios, con 138 casos en el primer semestre de 2009. Sesenta de ellas mostraban indicios de haber sido víctimas de traficantes de personas. Se estimaba que en 2009 se superaría los 300 feminicidios.
Trabajos en la frontera: explotación
En los ’70, en la Frontera Norte, empezaron a multiplicarse las «maquiladoras«, empleos legales con un alto nivel de explotación. Hoy en día pueden encontrarse en ciudades como Tijuana o Ciudad Juárez parques industriales, con fábricas extranjeras de ensamblaje que no pagan impuestos, con toda una infraestructura (agua, luz, teléfono, drenaje etc.) pagada por el gobierno. Mientras tanto, no existen servicios en los barrios donde viven los trabajadores de las mismas.
Las condiciones en las maquiladoras suelen ser deplorables. Generalmente las trabajadoras (un 80% son mujeres) tienen jornadas de 10 horas por día, 6 días por semana, trabajan con tóxicos sin protección, en el verano sufren del calor y en el invierno del frío. Muchos de los intentos de organización para mejorar las condiciones en general resultan en despidos. No obstante, por ejemplo existe La Casa de la Mujer Factor X: su misión es contribuir al impulso, acompañamiento y difusión del proceso de auto organización de las trabajadoras de la maquila, para la defensa de sus derechos humanos específicamente, los laborales y de género.
En el Sur de México, si bien no se presentó este fenómeno, existen a cambio trabajadores agrícolas con retribución miserable. El Cónsul de Guatemala en Tapachula afirmaba: «….Solamente en Suchiate sabemos que hay cerca de 60 ranchos y hay como 100 trabajadores agrícolas en cada uno, no hay mano de obra mexicano laborando en estos ranchos…… en realidad son cientos de miles de trabajadores guatemaltecos»1.
Retos frente a las problemáticas fronterizas
Frente a estas problemáticas imbricadas entre sí, se ha buscado desarrollar estructuras y organizaciones. Una de las dificultades, tanto en México como en los Estados Unidos, es la tendencia a criminalizar la ayuda que se buscar dar a los migrantes indocumentados. El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro- Juárez publicó el folleto informativo «Brindar Ayuda humanitaria a los migrantes en situación de irregularidad no es un delito», explicando la diferencia entre ayuda humanitaria (sin ánimo de lucro) y tráfico de personas (con ánimo de lucro).
En la frontera Norte y en los Estados Unidos, diversas estructuras buscan brindar ayuda humanitaria a los migrantes. BorderAngels (Ángeles de la frontera) y «No más Muertos» son de las organizaciones que dan ayuda básica como poner botellas de agua en el desierto. Ofrecen chamarras y cobijas en sus estaciones de ayuda para ayudarles a luchar contra el frío del desierto en las noches.
Otras organizaciones, como Borderlinks, enfocan su trabajo más en la educación, buscando explicar a los norteamericanos las razones por las que los migrantes salieron de su país. Por otro lado denuncian la política de doble cara de los Estados Unidos, ya que el trabajo de indocumentados, principalmente en la industria agrícola, la construcción y servicios de comida, es funcional a la economía norteamericana. Unas organizaciones más ofrecen «excursiones» a la zona fronteriza para que la gente pueda experimentar lo que viven los indocumentados.
En México, existen decenas de casas de migrantes que ofrecen techo, agua y comida a los migrantes, un lugar para descansar en su camino. En Tapachula se encuentra por ejemplo El Albergue Jesús el Buen Pastor, que da un hogar a migrantes gravemente accidentados (en muchos casos sufren amputación) o enfermos. Les ofrece la posibilidad de curarse física y emocionalmente cuando su sueño de trabajar en los Estados Unidos para poder mejorar económicamente la vida de su familia se que ha hecho cenizas con el accidente.
Otro ejemplo es la casa de Belén Posada del Migrante de Saltillo. En un principio se cubrían las necesidades básicas. En la actualidad, además de recibir alimentos, ropa, medicinas, es un lugar para dormir, donde se les brinda asesoría en derechos humanos y más que todo se trata de dignificarles como seres humanos.
Frente a la amplitud de lo que está en juego, resulta difícil ofrecer respuestas integrales. Los gobiernos de Estados Unidos y México se limitan a una visión de control de fronteras y de seguridad, de libre comercio pero sin libre tránsito. Las organizaciones civiles e iglesias difícilmente pueden ir más allá de una aportación en clave de ayuda humanitaria, en su zona de incidencia. Ciertamente, las problemáticas fronterizas no se resuelven en las mismas fronteras sino que abarcarían cambios globales tanto en México como fuera del país.
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«Ciudad Juárez, ¿laboratorio del país?«
Algunos analistas han afirmado que Ciudad Juárez (Chihuahua) es el laboratorio de políticas públicas que luego de una u otra forma se aplican en el país. Refieren, como ejemplo, que fue en esta ciudad fronteriza donde en 1965 se instalaron las primeras maquiladoras, modelo que se extendió después a otras partes al menos del norte del país.
A partir de 1993, en esta ciudad se empezó a dar el fenómeno de lo que luego se llamaría «feminicidio«. La gran mayoría de los casos ha quedado en la impunidad y las autoridades por mucho tiempo se negaron a reconocerlos como parte de un fenómeno de violencia hacia las mujeres.
Desde hace tres años, Ciudad Juárez se ha convertido en una de las ciudades más violentas del mundo. En el marco de la llamada «guerra contra el narcotráfico», declarada por el presidente Felipe Calderón, diariamente son reportados asesinatos en esta ciudad, que es campo de batalla entre diferentes cárteles y la poco exitosa estrategia del Estado de combatirlos con la presencia de militares y patrullas mixtas (policías y militares) en las calles. La presencia y actuación del ejército ha multiplicado las quejas y denuncias de la población por abusos de autoridad y violaciones a derechos humanos. Desde la llegada del ejército en el marco del «Operativo Conjunto Chihuahua», el número de muertos de esta «guerra» ha ido en aumento.
La sociedad civil de la ciudad no ha quedado callada. Desde que empezaron a darse los feminicidios, se crearon varias organizaciones que empezaron a denunciarlos y a luchar contra la impunidad, mismas que han encontrado eco en otras partes del país y del mundo. De igual forma, la militarización de la ciudad y la escalada de la violencia que se dio al mismo tiempo, han generado una oposición ciudadana frente a los abusos de los militares y los asesinatos de jóvenes, hechos a los que recientemente se ha referido como «juvenicidio«. El mismo presidente de la República ha tenido que enfrentar la rabia de los juarenses, cuando en febrero en un diálogo con la sociedad civil de la ciudad fronteriza, una madre de dos jóvenes asesinados en una fiesta a principios del mismo mes (donde fueron acribillados 18 personas), lo increpó sobre la falta de justicia en éste como en otros casos.
Aún así, el ejecutivo federal mantiene la postura de no retirar el ejército de Ciudad Juárez, argumentando que es necesaria su presencia para combatir al crimen organizado. Ante este panorama, la confirmación de la hipótesis que Ciudad Juárez sea el laboratorio de las políticas del país, podría inaugurar otra etapa aún más violenta y de mucha incertidumbre para México.
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