ENFOQUE: Migración y Género – Mujeres que migran, mujeres que se quedan, mujeres en búsqueda de sus familiares, mujeres que ayudan
02/06/2015ARTÍCULO: Semillero en medio de La Tormenta – El EZLN convocó al Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”
02/06/2015En noviembre de 2015, SIPAZ celebrará 20 años de presencia en México y creemos que tenemos mucho que compartir de lo que hemos aprendido a lo largo del camino. Algunas lecciones claves surgieron de momentos de alegría y esperanza, otros de experiencias difíciles y dolorosas. Este aniversario nos pareció un marco privilegiado para mirar no tanto nuestro caminar sino el de los procesos sociales que hemos venido acompañando, en Chiapas (desde 1995), así como en Oaxaca y Guerrero (desde 2006).
Primer adelanto: Situación, corazón y acción colectiva de las mujeres en Chiapas, 20 años después
Juan Pablo Lederach, experto en Transformación Positiva de Conflictos y Construcción de paz, suele decir que se necesitará tanto tiempo para salir de una situación de conflicto o guerra como el que se requirió para que se generase. Si nos referimos a violencia de género, se aprecia que los cambios que se requieren para revertirla son de larga duración. Desde la teoría del cambio, se considera a menudo una «generación» (20 años) como un buen lapso para ir midiendo avances y limitaciones.
Para preparar el XXº Aniversario de SIPAZ, un proceso amplio de sistematización se está desde ahora generando. A la par, queremos asegurarnos que la voz y la acción colectiva de mujeres en este plazo no queden relegadas. Por lo mismo, hemos iniciado una serie de entrevistas que permitan obtener perspectivas y testimonios que se reflejarán tanto en la sistematización general en curso como en un libro que recopile la totalidad de lo que hemos podido obtener (que igualmente se presentará en el aniversario).
A continuación, les queremos compartir parte de las voces que hemos reunido. Como punto de partida reflejando la realidad de 1995, podríamos usar como base uno de los testimonios publicados en libro «Chiapas ¿y las mujeres qué?» en el que una mujer explicaba: «En la mayoría de las comunidades, nuestra palabra de mujer no tiene voz, como tampoco la tiene en el mundo mestizo. Estos dos espacios nos han negado el derecho a vivir con dignidad. En la familia indígena las mujeres siempre somos mujeres; la niñez para nosotras no existe y desde niñas comenzamos a envejecer cargando a nuestros hermanos, moliendo maíz, dando de comer a las gallinas, aprendiendo de la tristeza de nuestras madres a construir nuestras propias tristezas, porque hasta el varón más pequeño de las casa tiene derecho a mandar y decidir nuestras vidas. Los golpes, los insultos, el abuso sexual, el abandono y el miedo, forman nuestros espacios de mujeres, privándonos de nuestra capacidad de amar, porque nosotras no podemos expresar el amor, porque a muchas de nosotras nos escogen el marido. Las mujeres, además de desempeñar los trabajos indispensables para la familia, vamos a la milpa y trabajamos igual que los hombres, pero al término de nuestra jornada, nadie nos sirve la comida, nadie respeta ni da valor a nuestro trabajo y nadie confía en nuestra capacidad para decidir porque hasta para comprar jabón tenemos que pedir permiso, y si los hombres de la casa toman trago todo se vuelve peor, hasta la pobreza. En la comunidad hasta que las mujeres mayores dicen que estas cosas son la costumbre, y las autoridades no hacen nada cuando te quejas, al contrario, te regañan y siempre le dan la razón al hombre aunque éste casi te mate. (…) En el mundo de los mestizos las cosas también son difíciles; en su mayoría los hombres y las mujeres nos ven mal y de indias mugrosas no nos bajan; nos hacen trabajar de sol a sol y nunca nos pagan lo justo. En el hospital los médicos y las enfermeras nos miran con asco, nos obligan a quitarnos la ropa y no tienen pena de nuestra vergüenza (…). En las tiendas, nos atienden al último aunque nuestro dinero valga lo mismo. De nada sirve quejarte porque para las autoridades de aquí, las mujeres indígenas no existimos, porque además de que nos discriminan, somos muy pocas las que tenemos documentos, como los documentos fueran lo único que probara que somos personas».
20 años después, la riqueza de lo recopilado no está exenta de contradicciones:
- «Ahora me siento un poco importante».
- «Yo pude jugar de niña. Mi mamá no».
- «No son sólo cambios públicos sino cotidianos. Las mujeres se casan más tarde, tienen hijos más espaciados. Los trabajos colectivos de mujeres hacen que comunidad, autoridades y ellas mismas nos valoremos más».
- «Lo llamado ‘privado’ se ha hecho público. Se visibiliza más la violencia intrafamiliar. Los derechos de las mujeres se han ido evidenciando pero paradójicamente experimentan más violencia que nunca».
- «No hay tantos cambios. Los hombres nos siguen golpeando física, verbal y económicamente».
Algunas lecturas y testimonios apuntan al rol del Estado en estos cambios, en lo inmediato, señalándolo más como parte del problema que de la solución:
- «Las mujeres campesinas e indígenas ya no son las mismas, tampoco la situación que viven y sus entornos relacionales son los mismos de hace 20 años, los efectos del mercado y de las políticas públicas no han mejorado ni su pobreza, ni su posición subordinada de género, pero sí han profundizado sus dependencias y han transformado sus formas de vida, identidades y culturas, pero sobre todo se ha acrecentada su exclusión social» (Subordinaciones estructurales de género, Las mujeres marginales de Chiapas frente a la crisis, 2011)
- «Las instituciones reproducen la violencia a la que pretenden responder. Se atienden casos pero nunca van a parar. No se soluciona nada de fondo. Aunque las instituciones no promovieron cambios sustantivos por lo menos se ha venido visibilizando un problema que no se veía como tal».
También varios de los testimonios recopilados apuntan a que lo que ha ocurrido en Chiapas en los últimos 20 años han nutrido la reflexión sobre feminismos: «Las mujeres zapatistas cuestionan el feminismo más ‘del centro’. Las preocupaciones por el aborto o el cuerpo de las feministas mestizas no tiene un gran eco en las comunidades de Chiapas». No se preocupan sobre cómo abortar sino asegurarse que sus hijos puedan nacer y crecer. El movimiento de mujeres en Chiapas ha aportado al feminismo a nivel nacional al insistir en una teoría construida por las participantes. Cuestiona las teorías que son como vestidos que vas poniendo».
«De grande quisiera ser bióloga marina», nos confío una adolescente. «Quisiera ser diputada y ayudar a mi pueblo», dijo otra. Sueños y planes que seguramente no tuvieron sus mamás a su edad… Cambios ha habido y no pocos… Algunos para bien, otros para mal… Confiamos en que este primer escrito les dejará a la expectativa de la publicación que se está elaborando en estos meses.