Desde su toma de posesión en enero, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha firmado un sinfín de órdenes ejecutivas, varias de ellas con fuertes impactos inmediatos o potenciales a nivel mundial y, en particular, en México.
En los últimos años, debido a su ubicación geográfica que conecta el norte con el sur del continente americano, Chiapas se ha convertido en un territorio en disputa por parte de diferentes grupos criminales, lo que ha implicado un aumento alarmante de la violencia en el estado ante la que toda la población se encuentra vulnerable.
Las elecciones en Estados Unidos reavivan el dicho: “pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos”. El candidato electo, Donald Trump, ha declarado que impondrá una guerra arancelaria del 25% contra México si el gobierno de Claudia Sheinbaum no logra contener el flujo de migrantes y el tráfico de fentanilo a través de los 3.000 kilómetros de frontera que ambos países comparten.
Cada 20 de junio, se celebra el Día Mundial de los Desplazados y Refugiados, en un escenario en el cual, según datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), veinticuatro individuos abandonan sus hogares cada minuto, escapando de conflictos bélicos, persecuciones o situaciones de terror.
Los días 9 y 10 de enero se llevó a cabo en la Ciudad de México la denominada Xª Cumbre de líderes de América del Norte. Previo al encuentro, diversas organizaciones civiles de los tres países enviaron una carta a los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá solicitando se pusieran sobre la mesa “las crisis más urgentes de nuestro tiempo: violencia armada, destrucción del medio ambiente y la criminalización de la migración”.